Capítulo 50
Capítulo 25 y fin del libro 2
Cuatro automóviles partieron desde Santiago del Estero hacia la comunidad de Lucup Tiquiunky, donde iba a tener lugar ese fin de semana una importante asamblea. En la que participarían miembros del gobierno provincial, representantes de la intelectualidad santiagueña y de los Ulalos. Además de los aborígenes Sanavirones y Tonocotés, quienes actuarían como hospedadores.
Encabezaba la marcha el conducido por Umbídez, como se sabe, un Ulalo bajo proyección holográfica que lo convertía para todo menester en un humano más. Con él iban, a su lado, Mariano Paz, abogado. Y en el asiento trasero Genaro Coria, verdulero, y Edith Saganías, maestra de escuela primaria.
El segundo coche, conducido por Bernardo Canal Feijóo, transportaba además a Carlos Abregú Virreyra, Emilio Christensen y Blanca Irurzun.
Luego viajaba el automóvil de un grupo empresarial, integrado por el chileno Domingo Toro Zelaya, gerente de la Sociedad de Defensa Vinícola Nacional, con los empresarios mendocinos Julián Barraquero, diputado Nacional, y el fabricante de vinos Juan Giol.
Cerrando la caravana iba el automóvil conducido por el doctor Próspero Ábalos, ministro de Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero. A quien acompañaban, además, los diputados Rosendo Allub, Agustín Olmedo y Eduardo Miguel.
Durante la asamblea convocada colectivamente en Lucup Tiquiunky se iba a tratar, entre otros asuntos, una serie de convenios entre los propietarios de las 4.970 hectáreas asignadas por el gobierno de Juan Felipe Ibarra a los aborígenes Sanavirones y Tonocotés, a mediados del siglo XIX, con el gobierno provincial y el Banco para el Desarrollo Industrial del Gran Chaco Sudamericano. Entidad esta última recientemente creada. La cual buscaría promover la instalación y desarrollo de varios emprendimientos productivos sustentables en toda la inmensa extensión del espacio ecológico precitado.
En la zona adonde ahora iban a reunirse, se había consensuado un comodato, entre las comunidades aborígenes y el Banco de Desarrollo Industrial, para crear al menos cinco rubros productivos de inmediato: una empresa vitivinícola, una fábrica de muebles y otros elementos que tuviesen como materia prima la madera, una fábrica textil, y una enfardadora mecanizada.
Pero tuvieron cierto percance: uno de los automóviles -el de los mendocinos- pinchó una rueda en el camino. Durante un rato largo debieron detenerse en medio del bosque tupido para deliberar, primero, puesto que ninguno de los viajeros tenía experiencia en cambiar la rueda de un automóvil. Hasta que finalmente, entre todos -con dos, Umbídez y Eduardo Miguel, que se quitaron los sacos y arremangaron las camisas-, lograron restaurar la movilidad del vehículo.
Tal circunstancia provocó que demorasen casi una hora más que el tiempo previsto. Por ello, cuando llegaron a Lucup Tiquiunky, la ceremonia de apertura ya se había realizado. Y hablaba, ahora, Pelè Ecì, coordinador General de la Comunidad Sanavirona y Tonocoté, haciendo una reseña histórica de sus pueblos originarios.
“Los sacerdotes católicos, que fueron quienes escribieron sus informes al Papa, creían que los Lules eran Tonocotés”, decía, en ese momento, el disertante: “Y que estas naciones se habían refugiado en las selvas. Por entonces había trascendido la narración jesuítica, la cual decía que los padres Monroy y Viana de esa orden, habían convertido a los Lules. Y que los padres Bárcena y Аñasco habían convertido a los Tonocotés. Uniendo estas noticias con la tradición de la antigua huida de los Tonocotés, supuso que los Tonocotés del Pilcomayo, de los que hasta el fin del dominio español nada se pudo averiguar, eran los Tonocotés convertidos por los jesuitas. Y por el padre Francisco Solano, quien también fue apóstol de los Tonocotés.”
Al notar que los recién llegados se aproximaban en fila india por el angosto pasillo detuvo su conferencia por un momento. Una multitud se agolpaba en cientos de sillas de madera y tiento, desde la plaza principal hasta perderse en el horizonte, en la comunidad de Lucup Tiquiunky. Tratando de no llamar demasiado la atención -cosa difícil, dada su vestimenta: saco y corbata, en un sitio donde la inmensa mayoría presentaba camisolas, chalecos, ponchos tejidos con vibrantes colores, vestidos largos las mujeres, y uno que otro vestuario más o menos urbano, no tan «elegante» al estilo europeo como el de los santiagueños de la capital y mendocinos que llegaban. Tenían lugares reservados, con sus nombres, en la primera fila: así que hacia allí se dirigieron y luego de esperar que se acomodasen, el conferencista aborigen continuó:
“Los Tonocotés, entre quienes fue apóstol el padre Bárcena, eran los ascendientes de los indios de Matará -a quienes los criollos comenzaron a denominar «Matarás».
“Matará es una palabra peruana que, entre nosotros, denominaba a una hierba llamada por los europeos «espadaña». Esta planta abundaba en la región de Santiago del Estero donde vivían en comunidad los Matarás. Ese vegetal propio de la región, era muy útil para nuestras culturas. Las hojas de matará eran valoradas por sus beneficios para la salud. Solía aplicarse en la desintoxicación del organismo y, según los médicos actuales, «proporciona a los humanos gran fortalecimiento del sistema inmunológico». En lo referido a la alimentación, como sus brotes tiernos son muy ricos en nutrientes, nuestros antepasados la utilizaban para fabricar harinas, o también como ingrediente en cremas batidas. Por último, en el ámbito de la construcción, la hierba matará se utilizaba como fibra vegetal para confeccionar esteras, techos, y revestimientos en paredes internas de las viviendas.
“La confusión de los españoles respecto de que los aborígenes matarás eran tonocotés, provenía de sus propios sacerdotes, quienes habían informado por escrito que «estos indios hablan el idioma Tonocoté, cuya gramática hizo el P. Bárcena». El mismísimo padre Bárcena escribe una carta, desde Matará, al padre Juan de Atienza, Provincial de los jesuitas del Perú, en estos términos:
«Con la lengua Tonocoté y con la diligencia que Dios da al P. Pedro de Añasco, creo que el cielo se alegra y V. R. se regocijaria si viera por sí mismo el fervor y el cuidado con que pequeños y grandes vienen á oir la doctrina en su lengua».
“O sea que, por causa de que la lengua Tonocoté era la más desarrollada de aquellos tiempos en que llegaban los españoles a nuestras tierras, se adjudicaba tal nombre a muchas comunidades aborígenes que no pertenecían a la etnia Tonocoté.
“Aquella aldea en la primera Matará tenía por entonces una población de aproximadamente setenta mil personas. Estando situada en la ciudad de Concepción. Pero por causa de las incursiones de los abipones, mocovís, tobas, mocosnos y calchaquiés, fué mudada a la jurisdicción de Santiago del Estero, «á veintiocho grados de latitud y á treinta leguas de Santiago».
“Debido a ello es que algunos autores del tiempo colonial han escrito que «los indios llamados Matarás son los verdaderos Tonocotés, en número de sesenta mil en la jurisdiccion de la Concepción», como dice en uno de sus informes el padre Antonio Machoni, de la Compañía de Jesús.
“El número de nuestros hermanos de cultura y raza era tan grande que los Tonocotés tributarios en la sola jurisdicción de Esteco -ciudad entre Santiago y Salta que llegó a ser la más próspera y rica de los españoles, junto con Potosí-, llegaban a ser unos cien mil.
“Había también Tonocotés en la Concepción, en Santiago capital y en San Miguel, que luego llamarón Tucumán. «En Esteco debía haber á lo menos cien mil Tonocotés, pues los tributarios eran treinta mil, como se ha dicho, y al rey no pagaban tributo las mujeres, ni los niños, ni las niñas», dice el padre Antonio Machoni de Cerdeña, autor de un voluminoso libro sobre la cultura y la vida de nuestra comunidad.
“El escritor Hermann Ludewig, en su importante obra The literature of american aboriginal languages, impresa en Londres, dice que «los Lules eran una nación tal vez idéntica con los Matarás, los cuales eran muy temidos de los Españoles». Agregando poco después que «estaban divididos en Lules, Isistinés, Tokistinés, Oristinés y Tonocotés», y que su idioma «presenta una estrecha analogía con el Vilela».
Los españoles llamaron Vilelas, según escribió otro sacerdote, el abate Lorenzo Hervás, a unos aborígenes con lengua propia, que habitaban al menos tres poblaciones de las misiones del Chaco. Cuyos nombres, asignados por los conquistadores, eran Ortega, Macapillo y San Joseph. Y estaban situadas en las riberas del Rio Salado. Ortega estuvo entre Miraflores y Valbuena, misiones de los Lules; Macapillo estuvo más o menos donde permanece aún hoy, a unos diez kilómetros de aquí; y San Joseph estuvo cerca del grado veintiséis de latitud y trescientos quince grados y diez minutos de longitud.
“De la tribu de los Vilelas o Vilelos eran los humanos naturales que estaban en la pequeña población llamada Chipeona, «al occidente de la ciudad de Córdoba y á cuatro leguas distante de esta», según el padre Hervás. Sus misioneros eran los religiosos observantes de la orden de San Francisco de Asís. Este mismo sacerdote escribió que de la tribu Vilela «había el año 1767 doscientas personas errantes por los bosques del río Vermejo, llamado Río Grande del Chaco. Asímismo, en dicho año «eran gentiles y vivían errantes por los dichos bosques las tribus de los indios Chunupies, Yoocs, Yecoanitas, Ocoles, Vacaas, Atalalas y Sivinipis». Afirma el jesuita que «Era pequeño el número de personas de todas estas tribus, pues los misioneros creen que todas ellas apenas fuesen mil». Asímismo se tiene noticia de las siguientes tribus:
«En la población de Ortega, llamada también Nuestra Señora del Buen Consejo, están las tribus de los indios Omoampas, Yeconoampas é Ypas, que constaban de doscientas personas, que en 1767 habian ya recibido la santa fé.
«La tribu de los indios Paisanes, la cual en 1767 tenia casi doscientas personas; y casi todas eran catecúmenas. Estaban en la población o misión Macapillo, llamada también Nuestra Señora del Pilar».
“En las historias del Paraguay se hace mención de las tribus de los Guamaicas y de los Tequetes, que hablaban el idioma Vilelo; y aquí el sacerdote hace una observación que nos estremece de dolor a quienes fuimos los primeros pobladores de estas tierras: «mas estas tribus han perecido con las pestes y guerras, ó se han mezclado con otras tribus, ó escondido en las selvas, pues actualmente no hallo misionero que tenga noticia de tales tribus». Los cual nos da idea del grado de explotación salvaje e inhumana a que fueron sometidas nuestras comunidades originarias, para que un sacerdote venido menos de dos siglos después de que comenzara la invasión europea de estas tierras, ya encontrara apenas cien o doscientos sobrevivientes de culturas que, antes de 1550, habían alcanzado a conformar poblaciones de entre diez mil a cincuenta mil habitantes, por lo menos”.
La voz de Pelè Ecì era nítida, sonando algo metálica por la transmisión a través de pequeños altoparlantes, los cuales habían sido colocados discretamente a unos tres metros de la multitud, sobre sus costados, en lo alto, fijados a postes de madera local.
Cientos de oyentes absorbían en sus consciencias, en absoluto silencio, la historia de sus pueblos, en la medida que se la había podido reconstruir, incompleta, con muy pocas aportaciones originales de los propios protagonistas, ya que los invasores europeos habían destruido, deliberada y sistemáticamente, toda narración escrita en los pocos idiomas que contaban con escrituras más o menos signográficas, con jeroglíficos, o, en el caso de los tavantisuyus, con quipus conceptuales, fuera de los meramente administrativos.
Luego de su finalización, se invitó a los presentes a un intervalo de quince minutos, para tomar, si lo deseaban, un líquido caliente muy parecido al café, pero de algarrobas, que ellos denominaban Inemé. A lo largo de más o menos un kilómetro del sendero central en aquel pueblo edificado circularmente con casitas de adobe, prolijamente ordenadas en torno a esa referencia, se habían distribuido mesas donde mujeres y hombres de la comunidad Lucup Tiquiunky distribuían el Inemé, que los solicitantes podían acompañar con una diversidad de panecillos, chipacos, tortillas dulces o saladas, masitas y otros alimentos sólidos. Luego del tentempié, volvieron ordenadamente a ocupar sus asientos, para escuchar al próximo conferenciante. Desde el pequeño escenario invitaron a pasar al abogado y filósofo Bernardo Canal Feijóo, de cuarenta años por entonces.
Tras la presentación, donde se exponía su trayectoria académica, leída por un joven locutor aborigen, Canal Feijóo se expresó ante la multitud en conceptuosos términos, sintetizados aquí para nuestra narración:
Sobre el Noroeste Argentino
“El Noroeste Argentino, este rincón de la patria que se extiende como un tapiz de memorias entre cerros, ríos y quebradas, no puede ni debe ser concebido como apéndice periférico de un país que aún se piensa desde el puerto. Esta región, integrada por Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy, posee una identidad cultural y espiritual que no sólo merece ser preservada, sino que debe constituirse en el eje de su desarrollo económico”.
Cultura como fundamento del desarrollo:
“No hay progreso verdadero sin autenticación cultural. El desarrollo no puede ser una copia servil de modelos ajenos, sino una expresión legítima de nuestras raíces. El arte popular, la música, la danza, la lengua mestiza, el gesto del campesino, son formas de sabiduría que deben ser reconocidas como capital simbólico. La cultura del Noroeste no es folclore decorativo: es estructura profunda de la sensibilidad nacional.
“Por eso propongo que todo proyecto económico esté precedido por una comprensión estética y antropológica del territorio. “Que se escuche al hombre de campo, al artesano, al cantor, antes de imponerle fórmulas tecnocráticas que lo desarraigan”.
Infraestructura con sentido regional
“La planificación debe ser integral. No basta con caminos y ferrocarriles si no se sabe hacia dónde van. El PINOA que impulsamos no constituye un mero esquema técnico, sino una visión de conjunto: conectar las provincias del Noroeste entre sí, y con el resto del país, pero desde su lógica interna. No desde la lógica extractiva del centro, sino desde la lógica productiva de la periferia.
“La infraestructura debe servir para articular economías regionales, fomentar cooperativas, facilitar el acceso a mercados sin perder la escala humana. El desarrollo debe ser descentralizado, respetuoso de los ritmos de la tierra y de los saberes locales.
Educación y conciencia histórica
“La escuela debe enseñar a los niños del Noroeste que su historia no comienza en Buenos Aires, sino en los pueblos originarios, en las luchas por la independencia, en los caudillos que defendieron la autonomía. La educación debe formar ciudadanos críticos, capaces de pensar el país desde su lugar, no desde una cartografía impuesta.
“La Universidad debe ser también un centro de irradiación cultural, no sólo de formación profesional. Que los jóvenes estudien ingeniería, sí, pero también que lean una historia honesta sobre los ideales de Juan Felipe Ibarra, que comprendan el valor científico y cultural de los descubrimientos arqueológicos de los Hermanos Wagner... que construyan su identidad no estudiando a novelistas franceses, sino a los poetas del monte”.
Economía con rostro humano
“El modelo económico debe ser mixto, cooperativo, sustentable. Agricultura familiar, producción artesanal, turismo cultural, energías renovables. No se trata de competir con las grandes urbes, sino de ofrecer una alternativa: una vida con sentido, con comunidad, con belleza.
“El Noroeste puede ser un laboratorio de civilización argentina, donde se ensaye una síntesis entre tradición y modernidad, entre lo telúrico y lo técnico, entre lo local y lo universal.”
Con prolongados aplausos fue celebrado el discurso del insigne intelectual santiagueño. Luego del cual debió decretarse una pausa de dos horas: hasta las tres de la tarde. Horario en que continuaría aquella asamblea, donde otros conferencistas informarían sobre importantes decisiones que estaban a punto de tomarse desde la comunidad aborigen, para acordar pactos políticos, institucionales, económicos, etcétera, que iban a modificar significativamente el panorama estructural de la región, de aquí en adelante.
A las tres de la tarde, puntualmente, se escuchó la propuesta de desarrollo productivo independiente, emitida por el representante del Banco de Desarrollo Industrial, el empresario mendocino Juan Giol, y del gobierno de la provincia de Santiago del Estero, representado en esta asamblea por el ministro de Gobierno, doctor Próspero Ábalos.
Un proyecto de desarrollo económico regional, con participación de capitales provenientes de provincias del interior, sin abrir el espectro inversionista al área internacional. Por considerarse que éste era un camino que había demostrado, desde el siglo XIX en adelante, con el predominio de capitales ingleses y europeos en todo el mundo, que finalmente los países inversores, con capitales monopólicos, terminaban distorsionando el desarrollo natural de las regiones donde se instalaban. Promoviendo únicamente actividades que fueran subsidiarias de sus necesidades industriales o comerciales.
Finalmente, entre las cinco y seis y media de la tarde, aproximadamente, se escuchó el discurso de Umbídez, representando el conocimiento y filosofías de los Ulalos. Del cual compartiremos, debajo, una breve síntesis:
Discurso de Umbídez, representante de los Ulalos
Asamblea por el Desarrollo del NOA – Santiago del Estero
“Honorables representantes del gobierno, estimados empresarios, intelectuales, y autoridades del Banco de Desarrollo Industrial del NOA:
“Desde las entrañas de las serranías de Guasayán, donde la tierra respira con memoria ancestral, me presento ante ustedes como portavoz de un pueblo que ha habitado este suelo mucho antes de que la historia humana comenzara a escribirse. “Somos los Ulalos. No nos verán en censos ni mapas, pero hemos estado aquí, observando, aprendiendo, y cuidando.
“Vivimos en armonía, sin guerras, sin hambre, sin enfermedad. “No por magia, sino por elección. Por millones de años, cultivamos la paz como se cultiva la tierra: con paciencia, respeto y sabiduría compartida. Cuando la especie humana emergió, nos retiramos a los espacios subterráneos, no por miedo, sino por esperanza. Esperanza de que algún día, ustedes también eligieran el camino de la concordia.
“Hoy, en esta asamblea, esa esperanza se renueva.
Ejemplos de sabiduría ancestral
“Muchos pueblos originarios del mundo han demostrado que la paz no es una utopía, sino una práctica cotidiana. Los Iroqueses, en América del Norte, establecieron la Gran Ley de la Paz, un sistema de gobierno confederado que resolvía disputas mediante el consenso.
“Los San del Kalahari, en África, han vivido por siglos sin estructuras jerárquicas ni conflictos armados, resolviendo tensiones con diálogo comunitario.
“Los Tonocotés, nuestros hermanos del Noroeste Argentino, supieron convivir con la tierra y entre ellos, sin necesidad de conquista ni sometimiento.
“Como bien señalan numerosos escritores e historiadores, tanto árabes, como chinos o europeos y latinoamericanos, la guerra no es una constante inevitable de la humanidad. Es una invención cultural, no una necesidad biológica. Y si fue inventada, puede ser «desinventada».
Un llamado al NOA
“El Noroeste Argentino tiene todo para ser un faro de prosperidad: recursos naturales, diversidad cultural, talento humano. Pero su verdadero tesoro es invisible: está en la capacidad de sus pueblos para convivir, para respetarse, para imaginar juntos un futuro sin violencia ni exclusión.
“Les propongo que el desarrollo industrial no sea solo económico, sino también ético. Que el progreso no se mida solo en cifras, sino en vínculos. Que la inversión incluya también en la paz como infraestructura.
Nuestro compromiso
“Los Ulalos estamos dispuestos a compartir nuestras enseñanzas, nuestras formas de resolución de conflictos, nuestras prácticas de salud comunitaria y nuestras tecnologías silenciosas. No buscamos protagonismo, sino colaboración.
“Si ustedes aceptan este llamado, juntos podemos convertir al NOA en una región modelo: donde la industria florezca sin dañar, donde la política escuche antes de imponer, donde la cultura sea puente y no frontera.
“Gracias por abrir este espacio. Que la tierra que nos une sea también la que nos inspire”.
El mensaje de Los Ulalos, también fue recibido, por el numeroso público presente, con gran entusiasmo. Sirvió para cerrar ese primer día de la Asamblea convocada por el pueblo sanavirón y tonocoté de Lucup Tiquiunky. Luego de lo cual, tras un descanso y socialización, hasta las 20:30, se iba a servir una cena colectiva a las 21. Era el viernes 18 febrero de 1938. Durante el sábado, los promotores de los proyectos colaborativos en áreas económicas, sociales, culturales y políticas, iban a trabajar en la búsqueda de acuerdos y eventualmente la firma de contrato, por medios de comisiones seleccionados para tales efectos.
Finalmente, el domingo, por la mañana, se presentaría una Feria de Productos Regionales, un almuerzo colectivo y fiesta popular, cuyo cierre simbólico se efectuaría a las 19:00, con una misa católica, celebrada por el padre Salvador Colombo. Cura párroco residente de Lucup Tiquiunky.
Luego de haberse cumplido el cronograma de actividades, en paz y con gran júbilo por parte de los pobladores de Lucup Tiquiunky y los visitantes, se llegó por fin a la misa de homenaje final. Donde a la hora de las lecturas, un adolescente de 14 años, perteneciente a la etnia Sanavirón, leyó en voz alta los siguientes versículos, del Evangelio de San Mateo, capítulo 5:
Dichosos los que eligen ser pobres, porque esos tienen a Dios por Rey.
Dichosos los que sufren, porque esos van a recibir el consuelo.
Dichosos los no violentos, porque esos van a heredar la Tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de Justicia, porque esos van a ser saciados.
Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda.
Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque a esos los va a llamar Dios sus hijos.
Dichosos los que viven perseguidos por causa de su fe, porque son esos los que tienen a Dios por Rey.
Dichosos ustedes cuando os persigan, os insulten u os calumnien por esta causa. Dios os va a dar una gran recompensa.
Vosotros sois la sal de la Tierra. Vosotros sois la luz del mundo.
Luego de lo cual, el padre Salvador Colombo, ya anciano, pronunció su homilía, en términos que sintetizaremos a continuación:
“Dichosos -o bienaventurados- los que eligen ser pobres, nos dice el evangelista, que recomendó Jesús. Esta frase ha traído polémicas, dentro y fuera de las iglesias que se dicen cristianas, dado que parece una recomendación contraria al sentido común de casi toda la humanidad.
“En efecto -continuó el padre Colombo- ¿Quién quiere que sus hijos o hijas sean pobres? ¿No buscan, acaso, todos los buenos padres y madres de familia que sus hijos estudien, no sólo para que aprendan conocimientos científicos, sino -y esto principalmente- para que tengan herramientas intelectuales con las que obtener beneficios económicos.
“Tal vez uno de los ejemplos más patéticos de esta tendencia son hoy los médicos y los abogados. Tales estudios son hoy, junto a los de ciencias económicas, los únicos que ponen alguna traba para las inscripciones masivas: pues están abarrotados sus registros de solicitantes para ingresar. ¿Y por qué? ¿Se ha desatado de pronto un «generoso auge» de solidaridad con el prójimo? ¿Se estudia medicina o leyes para ayudar al prójimo? Lamentablemente la respuesta, en la mayoría de los casos, es «no: se estudia porque son las profesiones con las que mayores posibilidades hay de ganar dinero».
Tal como manda la «Ley» principal del capitalismo: aquella de «la oferta y la demanda». ¿Y que nos dice esta supuesta ley? Que cualquier producto de la actividad humana, tendrá mayor valor en relación directa con su requerimiento por parte de la población. Es decir que, por ejemplo, si se desata una epidemia que pone en riesgo la propia vida de toda la sociedad, se agiganta extraordinariamente la solicitud de atención médica y medicamentos. Esta desgracia, pues, de una epidemia, lo es, entonces, para todas y todos los habitantes de la Tierra. Menos para los médicos y para los laboratorios fabricantes de medicamentos. Entre otros muy pocos intermediarios, gestores, etcétera, que se benefician con tal aumento sideral de la demanda. Pues, según la «ley» del capitalismo, tales «propietarios» del saber científico, y los fabricantes de medicamentos, están autorizados automáticamente, por tal «aumento de la demanda», para aumentar, proporcionalmente, los precios que exigen para sus «mercancías». Pues el capitalismo considera, como se sabe, cualquiera de los elementos requeridos por la especia humana para su normal sobrevivencia, como «mercancía». Es decir, objetos que se compran y se venden. Debido a lo cual, quien carece de dinero para obtenerlos, debe morirse, sin ser curado, aunque este rodeado de médicos. Pues no tiene dinero para pagar al profesional que conoce los caminos científicos para brindarle dicha asistencia imprescindible.
“Es por ello que el cristiano debe elegir ser pobre. No significa esto vivir en la carencia de elementos necesarios para una existencia digna. Sino poner límites precisos a sus ambiciones: no creer que cuanto más dinero o propiedades tenga, más feliz será. Sino saber que, para ser feliz, es preciso conformarse con lo estrictamente necesario.”
La poeta Blanca Irurzun comentó por lo bajo a su compañero de banqueta:
-¿Vez lo que yo siempre digo, Emilio (Christensen)? -si los cristianos se dispusieran a cumplir con lo que mandan los Evangelios, la humanidad sería socialista...
“Bienaventurados los que sufren, nos dice nuestro Señor Jesucristo, desde su predicación. ¿Y, cómo podría ser bienaventurado el que está sufriendo, es decir, padeciendo un dolor intenso, de cualquier tipo, moral o físico? Por el contrario, debería considerárselo desdichado, digno de lástima, «un perdedor», según las tendencias ideológicas hoy tan de moda.
“Pues bien: os digo que el sufrimiento puede traer gran dicha. Pues el dolor que lo causa, puede ser enfrentado y superado por nosotros, los humanos... circunstancia que luego de ser sabiamente ejecutada por nuestra inteligencia, utilizando los recursos naturales que contenemos en nuestra propia estructura biológica, lucha contra el mal, podría llamársele, con cuyas herramientas venimos dotados desde antes del nacimiento... esta lucha y victoria contra el mal, pues, no sólo nos proveerá una gran e inmediata dicha... sino el ascenso a una escala superior del conocimiento, de la sabiduría, que nos permitirá continuar nuestra existencia física con mayor felicidad.
“Dichosos los que ayudan a los demás... continúa el Evangelio... por que ellos recibirán ayuda... En efecto, es una tradición histórica de la humanidad, probada generación tras generación, la vigencia del resultado siempre favorable para la vida de aquellos que dedican una parte de su tiempo, de sus propiedades, de sus habilidades, cuando han sido agraciados con mucha fortuna o capacidades para la producción de bienes, y en vez de dedicarse sólo a acumular insaciablemente, destinan una parte de sus beneficios para ayudar a los menos favorecidos por la Naturaleza: los indigentes, los carentes de profesión productiva, los ancianos que se han quedado solos, los niños abandonados, e incluso los animales y las plantas que no reciben suficientes cuidados por parte de la población humana.
[...]
“Y por último, bienaventurados de ustedes si por ocuparse de organizar a los obreros, explotados por grandes organizaciones del lucro, cada vez más anónimas e insensibles, con el propósito de obtener salarios más dignos, que les permitan existir con dignidad... ustedes son perseguidos por la falsa Justicia... si los condenan jueces asalariados por esas mismas empresas que acumulan poder económico, político, militar, robando a quienes producen todas las mercancías con las que ellos se benefician... Dichosos ustedes si tienen que pasar una temporada en prisión, debido a que intentaron mejorar esta sociedad individualista, cruel, despojada de sensibilidad espiritual, que se está consolidando a pasos agigantados sobre los grandes países capitalistas... hasta el punto de precipitarlos a guerras vesánicas, de exterminio total, donde perecen millones de personas en cuestión de días o semanas, como ya hemos visto en la reciente contienda bélica europea -o en tantas otras, sin tanta publicidad periodística, como las que constantemente se dan en casi todas las regiones del mundo... tanto en África, Asia, o sin ir más lejos, entre nosotros mismos hemos padecido, durante la reciente Guerra de El Chaco.”
[...]
“Os diré algo antipático...: el infierno existe. No sólo es real, sino está aquí mismo, junto a nosotros, dentro y fuera de nosotros. Y depende de nosotros: nosotros construimos nuestra propia morada en el infierno, durante cada minuto de la existencia cotidiana, mientras ocupamos el cuerpo biológico.
“También existe el Reino de los Cielos. También está aquí, en nosotros y fuera de nosotros.
“Lo único que no existe es la muerte. Nuestra consciencia no muere. Sino que cambia de domicilios.
“De nosotros depende que, luego de abandonados nuestros vehículos biológicos, continuemos nuestras vidas conscientes en el infierno o el cielo. Ambos de los cuales nos son dados, a cuentagotas, naturalmente, poco a poco, en el transcurso mismo de nuestras existencias terrenas. Nos demos cuenta o no.”
La homilía del padre Colombo fue mucho más extensa. Nos hemos limitado a transcribir aquí solamente los conceptos que nos parecieron más impactantes. Los comentarios suscitados luego, principalmente entre los empresarios e intelectuales invitados, mientras regresaban a sus ciudades, darían cuenta del modo como ellos impresionaron la sensibilidad de aquellos visitantes.
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