Capítulo 31
Capítulo 6
-Han ido a verme esos alemancitos, la chica es arqueóloga, el chango no sé...- le contó Genaro a Umbídez.
-¿Han ido a tu casa?
-No, a mi puesto de verduras, en el Mercado Armonía.
-¿Qué querían?
-Que les diga si vos eras un Ulalo.
Umbídez lanzó una carcajada.
-¿Y por qué te va a preguntar eso a vos? -quiso saber luego.
-No sé. Andan preguntándole a todo el mundo cómo pueden hacer para pedirles una reunión a los Ulalos.
Umbídez reflexionó unos dos o tres minutos. Después habló:
-Creo que podemos hacer algo por ellos. Y también para evitar que anden averiguando sin ton ni son -dijo: -ustedes pueden organizar una reunión. E informarles lo que se puede conocer sobre los Ulalos.
-¿Nosotros? ¿quiénes?-se sorprendió Genaro.
-Vos, Edith y Olimpia.
-¿Olimpia? Ella no conoce mucho sobre los Ulalos… más de lo que consideramos prudente contarle Edith y yo...
-Mejor... lo importante de su participación, es que podrá darles una conferencia previa, ubicándolos, en el panorama histórico y cultural donde actuamos los Ulalos. Para hacerles posible comprender el sentido de nuestra presencia, únicamente, en Santiago y el Gran Chaco Sudamericano.
***
Pocos días más tarde, a mediados de abril de 1936, se reunían en la casa de Genaro Coria unos veinte alemanes, varones y mujeres, directivos y personal técnico de la delegación, científico-industrial, arribada el año anterior, con el propósito de investigar la Cultura Santiagueña, explorar posibles vetas minerales y otros bienes de capital con propósitos industriales, mientras desarrollaban la explotación de hierbas regionales para uso medicinal, además de algunos otros emprendimientos en el área de la electrónica, la robótica y la computación experimental.
El clima de esa tarde era particularmente agradable cuando se ubicaron, a las 17:00 en punto, cada quien en su silla, los alemanes, y a su frente las tres personas santiagueñas que iban a disertar: Olimpia Righetti, Edith Saganías y Genaro Coria, en ese orden.
Poco antes, habían compartido una liviana merienda. La mamá de Genaro, Dolores, y su prima, Antonia, habían preparado moroncitos, empanadillas, chipaco y tortilla al rescoldo. Que se servían acompañadas por pavas de matecocido, y en jarras de metal, separadas, leche caliente.
-Podemos dividir la Cultura santiagueña en tres etapas -exclamó Olimpia iniciando su disertación: -una, la Edad Antigua, de la que enseguida compartiré con ustedes algunos elementos, científicos y conjeturales; la Edad Media, de la cual muy poco se ha conservado, y la Edad Moderna, que comenzó con la dominación española.
“Más de 80.000 piezas arqueológicas, desde restos de antiquísimos telares, hasta bellas obras de arte impresas sobre innumerables objetos de cerámica, particularmente vasijas de todos los tamaños, indujeron a los hermanos Wagner a conjeturar sobre la existencia de una cultura pretérita, posiblemente desaparecida, incluso, antes del surgimiento de otras conocidas hoy, como los imperios maya, inca o azteca.
“Las representaciones simbólicas de las urnas funerarias, la persistencia en algunos cuantos tipos de animales, posiblemente de uso ritual, nos hicieron presumir que lo encontrado en Santiago del Estero son vestigios de una gran nación, con su divinidad tutelar, la Serpiente. Y que las representaciones zoomorfas establecidas eran la estilización de animales que fueron tótems de las numerosas tribus que formaban esta gran nación. La cual, a su vez, posiblemente era parte de un imperio, anterior con mucho a la conquista incásica, y posiblemente contemporánea a la época floreciente de Tiahuanaco. A la cual hemos sugerido denominar «Imperio de las planicies». Y a su Cultura, «Chaco santiagueña».
“Lo que se puede afirmar desde ahora, es que aquí ha vivido, hace muchos siglos, y durante muchos siglos, un pueblo numeroso, que poseía su civilización propia, un modo de arte particular, su religión, o creencias definidas, y que no fue influido por la civilización incásica, ni entró en contacto con los conquistadores españoles”.
-Hemos leído sobre estos descubrimientos -interrumpió Gerda Groß, la joven arqueóloga alemana-. -¿Qué puede decirnos acerca de la frialdad, incluso hasta cierto desdén, con que es considerada ahora, por la comunidad académica, particularmente la de Buenos Aires, esta interpretación de los Wagner?
-Gracias por su pregunta -respondió Olimpia Righetti-. Ella me permite sacar a la luz, aunque someramente, una gran maniobra política, promovida por la intelectualidad de Buenos Aires. Para ocultar, incluso hasta borrar, si es posible, estos grandes descubrimientos y proposiciones culturales de los Hermanos Wagner. Pues venían a desbaratar una audaz jugada pretendidamente científica, impulsada por el Perito Moreno, el diputado roquista Estanislao Zeballos, el arqueólogo Burmeister y otros, miembros de la Universidad de La Plata y Buenos Aires, así como de las más poderosas instituciones arqueológicas de Buenos Aires, estrechamente apoyadas por el poder económico y político local, desde 1880 en adelante. Se trata de la invención de «El Patagón Antiguo», supuesto antecesor de los araucanos o mapuches en el Sur Argentino. Esta propuesta -desdichadamente hoy muy vigente- pretende, a la vez, justificar la apropiación del inmenso territorio arrebatado a esas y otras etnias aborígenes, consolidando, además, a Buenos Aires y el Sur Argentino como un posible eje cultural no sólo de toda América, sino de la evolución humana desde sus orígenes.
“Estanislao Zeballos, llegó incluso, a consignar tales conceptos erróneos en El Tesoro de la Juventud, una enciclopedia con más de 20 tomos, que hoy se ha editado en todo el mundo y circula con gran éxito traducida a casi todos los idiomas. Empresa de origen inglés, de la cual Zeballos es conspicuo representante en la Argentina. Una obra que se constituyó en inspiración para todos los manuales utilizados en escuelas y también de textos universitarios, y que, como dijimos, desde 1880 viene educando con tales conceptos a varias generaciones de niños y adolescentes argentinos. Según estos textos, los primeros hombres aparecieron en las «fértiles llanuras» de la actual República Argentina y convivieron con los «monstruos cuaternarios», cuyos esqueletos «están expuestos en los museos argentinos». Museos construidos y provistos, por cierto, por el perito Pascasio Moreno, nieto, a su vez, por vía materna, de la hija de un militar inglés, capturado durante las invasiones inglesas por fuerzas argentinas, y naturalizado luego para afincarse entre las familias adineradas de Buenos Aires.
“Según esta aviesa teoría, tales hombres primitivos se habrían esparcido por la Tierra, alcanzando a poblar incluso el norte de la después llamada Europa, mientras algunas ramas «se perfeccionaban [...] fundando civilizaciones». Para después «tornar modificadas, a las pampas y a la Patagonia de la República Argentina», mientras que «otros permanecieron atrasados o se barbarizaron, y sus descendientes viven en ciertas regiones inexploradas o aún mal exploradas de América, y otras partes del mundo, como seres salvajes, inferiores, con un lenguaje muy limitado y con caracteres de animales feroces».
“Aunque el propósito teleológico de aquellos seres primitivos, en las planicies, no habría sido otro, según Zeballos, que la de abonar la tierra, para hacer de la Argentina una potencia agrícola. Las llanuras, las pampas, son, pues, un «inconmensurable cementerio de monstruos, de hombres y de vegetaciones, que las han fecundado, convirtiéndolas hoy en uno de los más importantes graneros del mundo. Su producción de cereales es ahora inagotable", según describe Zeballos en su Tesoro de la Juventud. Tal sacrificio -Conquista del Desierto mediante- habría convertido, pues, gracias al hombre blanco y a las armas compradas en fábricas estadounidenses por el gobierno de Buenos Aires, tras un préstamo inglés- tal aniquilación de las tribus aborígenes actuales, habría servido para que «las zonas que poblaron los monstruos y los hombres-fieras, estén dominadas hoy (1915) por los monstruos mecánicos de la industria, que permiten a los habitantes consagrarse al progreso de la Humanidad, labrando la propia felicidad y la fortuna". Los sabios cavan sin cesar las llanuras y extraen los esqueletos de fieras y de hombres fósiles, que forman la más asombrosa riqueza de los museos argentinos» -publicó Zeballos. Y después lo copiaron muchos textos universitarios. *
“Esa tipificación resultaba doblemente funcional: por un lado al debate europeo acerca de los orígenes de las «razas» y civilizaciones del continente, y por otro lado a la necesidad política de inventar un pasado remoto para la nueva nación argentina, con prevalencia anglosajona y europea, que pretendían crear estos advenedizos, sintiéndose «fundadores». Mientras la determinación de los rasgos antropológicos de los cráneos siguió un curso evolucionista, su utilización como fundamento para la prehistoria argentina se fundó en la teoría del perito Pascasio Moreno, acerca del origen sudamericano de los humanos y de la civilización. Y en la incorporación imaginaria de los ancestros más remotos y de los pueblos indígenas contemporáneos como precursores de la nacionalidad, incluso en textos escolares y de literatura infantil o juvenil de principios de siglo.
“El concepto de «patagón antiguo», pues, sirvió, para construir un discurso sobre los orígenes míticos de una nación que a fines del siglo XIX necesitaba justificar un genocidio brutal sobre sus pobladores aborígenes, con la excusa de que, gracias a ello, hoy podría mostrar «los mejores frutos del progreso».
“Se entiende pues, por qué, la inesperada aparición en escena de los Hermanos Wagner, vino a perturbar la progresiva evolución de este verdadero proceso de enajenación cultural, que venía desarrollando Buenos Aires, con gran apoyo de sus aliados internacionales, principalmente Inglaterra. A esta teoría venía a oponérsele otra muy peligrosa para sus intereses. Pues en los postulados esenciales de La Cultura Chaco Santiagueña, esta venía a decir que:
“1) Las culturas originales de los aborígenes podrían tener contactos directos con civilizaciones mucho más antiguas que las europeas, como las de la India, Creta y China.
“2) Que la invasión española habría interrumpido la evolución natural de las tribus aborígenes sobrevivientes. Cuya Cultura podría haber recuperado aquellas antiquísimas sabidurías, estéticas y filosóficas. Anteriores a las europeas y a su civilización antropocéntrica, materialista y violenta.
“Disculpen la extensión de esta parrafada -exclamó Olimpia Righetti-. He tratado de sintetizar al máximo, para que se pudieran comprender algunos conceptos esenciales sobre el asunto”.
-No, no fue largo... fue muy interesante...-contestó Gerda, la arqueóloga suaba-, yo he quedado con muchas ganas de continuar la conversación... si tú lo puedes -articuló, con sintaxis oral errónea- me gustaría poder seguir conversándolo, en alguna otra oportunidad...
* Estanislao S. Zeballos, «El Libro de la América Latina», El Tesoro de la Juventud, Buenos Aires/Londres/Madrid/Santiago/Montevideo, 1915, tomo 1, páginas 27 a 34.
Nota del autor: las interesadas/os en profundizar sobre estos temas, pueden consultar:
Los Hermanos Wagner. Quipu Editorial. 2013. - Academia.edu
“La invención de los ancestros: «El Patagón Antiguo» y la construcción discursiva de un pasado nacional remoto para la Argentina (1870-1815)”. Pedro Navarro Floria, Leonardo Salgado, CONICET y Universidad Nacional del Comahue. Pablo Azar, Universidad Nacional del Comahue. Revista de Indias, 2004, volumen LXIV, número 231. Págs. 405-424, ISSN: 0034-8341.
***
-Los Ulalos son una especie desconocida para la ciencia...-aclaró Edith. Su tema era el principal, pues los alemanes habían pedido esta conferencia, especialmente, para saber algo sobre aquella esquiva colectividad.
-Tampoco son detectables con algún instrumento tecnológico. Se manifiestan, únicamente, si lo consideran necesario.
“Esta especie estaba aquí, al parecer, antes que nosotros. Al principio, durante decenas de miles de años, convivieron abiertamente con los habitantes de la región. Al arribar otra civilización, que parecía poner en peligro la estabilidad de su existencia en la superficie, buscaron refugios que los preservasen. Desde entonces, aproximadamente mediados del siglo XVI, es que habitualmente resulta difícil verlos sobre la tierra.”
-¿Se tornan visibles o invisibles a voluntad?- preguntó el doctor Röhm.
-Así es. Debo aclarar que no es la única especie natural que habita en áreas imperceptibles para los humanos.
-¿Usted dice que hay otros seres, aquí, junto a nosotros, y que no podemos verlos? -se asombró el teniente Schaller.
-Creemos que en todo el mundo los hay. No hemos viajado como para conocer otros lugares que no sean nuestra provincia de Santiago del Estero. Pero vuestros libros -especialmente los dirigidos a un público infantil-, suelen mencionarlos con diversos nombres: «duendes», «silfos», «ondinas»...
-¡Esos son seres imaginarios!-protestó Schaller.
Edith no contestó. La audiencia, expectante, permaneció silenciosa esperando la continuidad de esa charla.
-Debo decir que no sabemos absolutamente nada que pueda denominarse «objetivo», o «científico», acerca de los Ulalos. Quienes interactuamos con ellos, podemos verlos... tocarlos, incluso, o efectuar cualquier otro tipo de actividad conjunta: tal como podríamos hacerlo con ustedes. Mas no podríamos ensayar una descripción «científica», de cómo todo eso llega a suceder.
“Pasaré a resumir lo que a nuestro juicio, es un aspecto esencial para la caracterización de los Ulalos. Su ideología. Todo con base en lo que ellos mismos nos transmitieron.
“No son una comunidad numerosa. Tampoco puede hallárselos en algún otro lugar de nuestro planeta. Únicamente viven, actúan y se reproducen, de un modo bastante limitado, en Santiago del Estero. Pueden extender su acción hacia otros territorios afines, preferentemente el denominado Gran Chaco Sudamericano.
“El propósito de su existencia permanece ligado estrechamente a la preservación de la Naturaleza original de este territorio, así como a las culturas naturales que aquí surgieron y evolucionaron durante miles de años, antes de que llegaran los europeos.
“Ellos consideran que la imposición de un tipo de mentalidad concebida en Europa, particularmente en los Países Bajos, Alemania e Inglaterra, es particularmente letal para muchos de los aspectos esenciales de las prácticas, las religiones y las culturas que se venían desarrollando en estas tierras.”
Eberard Heinkel, de 24 años, licenciado en química, levantó la mano. Para preguntar:
-¿Cómo cree usted (o, mejor dicho, los Ulalos), que la humanidad podría sobrevivir con éxito en un entorno hostil, si no es estudiando la naturaleza, para así poder controlarla, con el propósito de protegernos de sus efectos negativos y aprovechar los positivos, orientándolos en nuestro beneficio?
-¿Me permites, Edith? -murmuró Genaro.
-Sí, por cierto- dijo ella, también en voz baja.
-Los Ulalos no creen que haya que «controlar» a la Naturaleza... sino armonizar con ella - declaró Genaro. -La ciencia, es, en sus conceptos, un sereno proceso de reciprocidad, para el cual cada parte da a la otra algo de sí, para recibir, en cambio, nuevos conocimientos que van avanzando en el desarrollo de una ciencia de alcances profundos, pues se basa en la conveniencia mutua.
-Muy distinto del concepto de que, para arrancar sus secretos a la Naturaleza, había que torturarla, sugerido por Sir Francis Bacon... -dijo desde el público Ilsa Hagen.
-¡Exactamente! -exclamó Genaro-. Ustedes saben que en la época de Sir Francis Bacon, en Inglaterra se torturaba, a las mujeres acusadas de brujas, para arrancarles una confesión. Era un método considerado eficaz y legítimo por toda aquella sociedad. Pues bien, igualmente se puede torturar a la naturaleza, con parecidos propósitos... la disección de animales vivos, con bisturíes u otros instrumentos filosos, se viene practicando desde hace siglos, en ámbitos científicos. Particularmente entre los europeos.
“Asimismo, se ha practicado la tortura con propósitos científicos, sobre seres humanos... como ha ocurrido en Canadá, Estados Unidos, África y otros lugares del mundo, por parte de los blancos sobre las comunidades humanas de color, aborígenes, «indios» o «pieles rojas», como se los denominó.
“Igualmente, se ha experimentado rociando con gases químicos a ejércitos enteros de seres humanos, para obtener información científica...”
Aquí Francisca Herter, química de la Bayer alemana, que integraba la comisión investigadora en Santiago, tragó saliva.
-Ustedes lo saben muy bien -remató Genaro, como leyendo sus pensamientos-: durante la Guerra Mundial entre 1914 y 1919, se experimentaron sobre los campos de batalla europeos decenas de productos químicos, de los cuales no había demasiada certeza respecto de sus efectos reales, antes. Muchos de estos productos se utilizan, ahora, en la agricultura industrial... algunos como «fertilizantes», otros como «plaguicidas»...
Esta vez el silencio se había puesto helado.
-Bueno... -dijo el verdulero- esto solamente, por ahora, quería aportar... Ahora le devuelvo el uso de la palabra a mi amiga, Edith...
-Gracias Genaro-, dijo Edith. -Redondeando, entonces, podemos sintetizar sobre el carácter, la ideología y los propósitos de nuestros amigos Ulalos de la manera siguiente:
“Uno: no son humanos, pero sí son seres naturales, propios de nuestra naturaleza terrena.
“Dos: su ideología es la Paz Universal, buscan la armonía entre los seres y demás elementos que constituyen el Universo entero, no solamente nuestra Tierra.
“Tres: si bien no utilizan sus facultades para algún propósito destructivo, de ningún tipo, pueden aplicarlas a eficaces acciones de protección sobre aquellos a quienes se sienten obligados a proteger y ayudar: en este caso, las personas integrantes de las antiguas culturas aborígenes, particularmente las del Noroeste Argentino y el Chaco Sudamericano.”
Nadie aplaudió. Alfred Röhm, jefe de la delegación alemana, preguntó, en cambio:
-¿Sería posible que ustedes, como amigos de los Ulalos, tramiten una petición para que nos reciban en sus dominios subterráneos? Y así poder profundizar, directamente, estos conceptos con ellos...
Luego de un nuevo silencio general, Genaro Coria, agricultor y puestero del Mercado Armonía, contestó:
-Lo dudo, doctor Röhm. Ellos nos pidieron que diéramos esta conferencia, pues les parecía inapropiado establecer otro tipo de acercamiento.
Algo desalentados, los alemanes se despidieron con su habitual cortesía un tanto gélida. Para ir subiendo en el ómnibus propio, con el que habían venido.
Ya arriba del colectivo, y por el camino, estalló un debate donde se mostraron muy distintos, incluso hasta acalorados, llegando a gritarse mutuamente para poder entrecruzar diversas argumentaciones.
-¡No creo que estos Ulalos sean humanos! ¡Deben ser extraterrestres! ¡Cuidémonos de ellos! ¡Puede tratarse de una invasión, para dominar la Tierra!...
-Es absolutamente anti científico que existan formas de la Naturaleza que no puedan verse o detectarse de alguna manera con instrumentos materiales... esto sería una contradicción de todas las leyes descubiertas durante milenios por nuestra civilización...
-¡Exploremos por nuestra cuenta!... ¡Formemos comandos de exploración! ¡Rastrillemos el terreno, ingresemos a los túneles subterráneos! ¡Particularmente en Guasayán!...
Estas fueron algunas de las expresiones que se pudieron oír durante aquel corto viaje de este grupo alemán, hasta llegar a la capital de Santiago del Estero, más o menos en quince minutos. Antes de seguir viaje hacia Garza, Añatuya, Pinto y otros sitios donde tenían instalaciones, Röhm los reunió en forma circular junto al monumento a Belgrano de la Plaza Libertad. Para expresarles su conclusión:
-No vamos a dejar de investigar a los Ulalos-, afirmó. -Hasta descubrir, exactamente, qué se esconde detrás de ellos. O de esta fantasía, aparentemente elaborada por esta gente para despistarnos. Pero lo haremos con paciencia y sin apuro. Para no generar roces, ni con el gobierno, ni con la población.
“Anora, vaya cada uno a su instalación operativa... y, ¡a continuar trabajando!, desde mañana.
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