Capítulo 45
Capítulo 20
Pío Montenegro, gobernador de Santiago del Estero, había citado a sus hombres de confianza del gabinete. Para evitar intromisiones, se reunían, aquella mañana, en un amplio salón de su propia casa familiar. Donde eran atendidos, además, por su servidumbre. Eran las 10 de la mañana, del 26 de marzo de 1937. Viernes santo, día feriado y de guardar, para la población, unánimemente católica, de Santiago del Estero. Estaban, desde las 8:30, aproximadamente, Mario Aliaga, Próspero Ábalos, Dardo Espeche y Argentino Eberlé.
-Como ya hemos visto, la situación de nuestra provincia es calamitosa. Le debemos a la Nación, les debemos a varios bancos privados, les debemos a los proveedores, y, lo que es peor, les debemos a miles de empleados públicos, docentes, personal sanitario, policía, etcétera... El Gaucho Castro nos ha dejado con una bomba de tiempo entre las manos...
-Pero él se ha construido una flor de casita, en la Belgrano... aprovechó el último año de su gobierno para levantarla -dijo Mario Aliaga-. Estilo francés... dicen que toda la carpintería fue traída directamente de Francia...
-Que Dios me perdone por lo que voy a repetir -terció Eberlé-, los chismes afirman que su casa anterior estaba endemoniada... le ocurrían cosas... por eso a veces el Gaucho andaba tan alterado, iba caliente a la casa de gobierno y solía entrar puteando a todo el mundo... entonces los changos decían: “otra vez anoche, al Gaucho lo han espantao...”
-Pamplinas... -minimizó el gobernador-... esas cosas no existen...
-No sé ché...-insistió el jefe de Policía-... si hasta el número de la casa era como para maliciar algo jodido...
-¿Qué número? -preguntó Ábalos.
-666... vivía justo en el número 666, de la calle Libertad... -murmuró Argentino Eberlé, persignándose- por eso se apuraba tanto para terminar la nueva residencia... quería huir del 6, número convocante, para los innombrables espíritus del mal...
-Bah...-volvió a desdeñar Pío Montenegro, el gobernador. -Ahora está otra vez en el 6...
-No-, corrigió Aliaga -el número de su casa es 555... avenida Belgrano 555...
-Igual es 6...-se rio Montenegro-: sumá los números: 5, más 5, más 5... igual a 15... uno más cinco... seis...
-Mirá vos...-exclamó Eberlé- el Enemigo de Dios lo persigue...
-Hablemos de cosas serias, ché- protestó el doctor Ábalos, ministro de Gobierno.
-Sí-, coincidió Aliaga. -Continuemos con el análisis de la economía provincial.
-Para peor, tenemos una sequía espantosa... como no se venía viendo desde el siglo pasado...-afirmó el gobernador, Pío Montenegro. -Esto nos está provocando daños por vías múltiples: la consecuencia climática natural, imposibilidad de realizar cultivos, la carencia alimentaria, imposibilidad de proveer de agua potable a toda la población, imposibilidad económica, derrumbando la recaudación fiscal, y por último, el éxodo... miles de santiagueños han comenzado a huir, hacia la región pampeana y el cordón industrial entre Santa Fe y Buenos Aires, en busca de trabajo.
“Tenemos que hallar alguna salida... algún rubro productivo, que podamos promover y organizar desde la provincia... que contenga a nuestros pobladores, proveyéndoles de sustento y perspectivas futuras de sostenimiento familiar, aunque sea en condiciones mínimamente soportables...”
-Algo que nos permita remontar la crisis... -reflexionó Próspero Ábalos- como hicieron los mendocinos, en 1890...
-¿Qué hicieron los mendocinos?-, se interesó el gobernador.
-Remontaron la crisis por medio de una ingeniosa combinación de recursos humanos y naturales existentes, sumándole la obtención de apoyo crediticio e institucional... conozco la historia por mi padre, cuyo estudio jurídico asesoró al gobernador Pedro Anzorena y sus sucesores, en el aspecto jurídico de la legislación y los acuerdos que se realizaron con instituciones crediticias privadas o públicas de entonces.
-A ver, contanos algo, sintéticamente... -solicitó Pío Montenegro.
-La terrible crisis económica de 1890, coincidió con un momento en que se había lanzado un proceso de promoción a la agroindustria vitivinícola de Mendoza... En las dos décadas previas, se había puesto en marcha un conjunto de políticas para lograr la plantación de nuevos cultivos y la construcción de bodegas con técnicas modernas, buscando adquirir competitividad frente a los vinos importados de Europa. Aquella política de Estado incluía asesoramiento agronómico y enológico, exenciones impositivas, subsidios a las plantaciones y regulación de los recursos hídricos. Hasta principios de la década de 1880, cuando se inicia la era de Roca, los más importantes ingresos económicos de Mendoza provenían del arrendamiento de campos a productores foráneos: el ganado procedente de Córdoba, San Luis y Santa Fe, luego de ser criado y engordado en los alfalfares mendocinos, era exportado a Chile. El trigo, el maíz, y el vino, aguardiente y frutas secas, eran enviados de manera discontinuada y por caminos inadecuados
“La llegada del ferrocarril a Mendoza, en 1885, solucionó el problema de trasladar los vinos provinciales a otras ciudades del país... esta circunstancia fue vista como una oportunidad, por los hasta entonces pequeños vitivinicultores y el gobierno provincial. A través de sus contactos con Roca, los mendocinos lograron convencer a las autoridades nacionales para promover la «industria naciente» de la fabricación de vino a gran escala. Que, según alegaron, contribuiría al ahorro de divisas mediante la sustitución de importaciones.
“En 1888, el gobernador Tiburcio Benegas informó sobre el avance de las plantaciones de viñas, el aumento de la producción de vinos y la decadencia de la exportación de ganado y la producción de cereales.
“Para enfrentar la crisis nacional, y la cesación de pagos en la Deuda Externa, tanto el gobierno de Mendoza como el de la Nación habían apelado a la profusa emisión de letras estatales, que en 1900 llegó a alcanzar los 1.762.505 de pesos, la amortización de deudas los 493.032 pesos y restaron en circulación 1.269.473 pesos. En definitiva, constituyeron una cuasi moneda más que títulos públicos, ya que no devengaban intereses. Según la legislación, tenían que ser recibidas como moneda legal, debido a su valor, escrito por el Banco de la Provincia y por las oficinas públicas, en pago de impuestos fiscales, municipales, de agua o cualquier otra deuda de ese origen.
-O sea que hicieron lo mismo que el Gaucho Castro...- introdujo en tono de chiste Aliaga- sólo que en vez de títulos públicos, el gaucho emitió vales para los comerciantes mayoristas santiagueños...
-Sí, al final los resultados suelen ser más o menos los mismos... salir del paso con remiendos momentáneos, hasta que puedas frenar la pérdida de sustentabilidad de la economía... con producción propia... es lo que lograron los mendocinos, al fin... La nueva producción de vinos, finalmente dinamizó la economía, por su llegada en mejores condiciones y a menor precio a otros mercados de consumo del territorio argentino. Circunstancia que permitiría, a partir de 1900, la multiplicación del empleo y el comercio y la ampliación de la base y recaudación tributaria. Incluso esta experiencia fue aún más exitosa, en los siguientes años, cuando logró la sustitución casi absoluta de los vinos franceses, italianos y de otra procedencia europea, en el mercado argentino. Los españoles provocaron un incidente diplomático, presionados por sus empresas fabricantes de vino. Ya que en menos de diez años, los productores argentinos habían logrado sustituir más del 70 por ciento de exportaciones españolas de vinos a nuestro país
-Bueno... -dijo el gobernador, Pío Montenegro-... interesante experiencia... ya todos sabemos que la vitivinicultura es hoy el principal sustento de la economía mendocina... No sabía que su origen había sido así... gracias por el aporte, Próspero.
-Está muy bien como ejemplo... -coincidió Dardo Espeche- pero... ¿qué podemos visualizar nosotros, aquí, como potencial industria emergente, para intentar un proceso semejante?
-Tal vez la pequeña y mediana industria forestal... -insinuó Aliaga...
-No me gusta...- la industria forestal santiagueña está agonizante... no tiene prospección de futuro... los tres o cuatro que han intentado la extracción del tanino, y su distribución comercial, no están pudiendo soportar la competencia de las empresas internacionales, principalmente La Forestal inglesa... que ya está sustituyendo al tanino de quebracho colorado por el de la mimosa, un árbol mucho más barato que han encontrado en África... y que sólo pueden explotar ellos, por su despliegue internacional de plantas productoras, cosa que no puede hacer, por ejemplo, Weisburd, nuestra productora local más importante... Y si decimos, bueno, pero el gobierno nacional podría proteger la producción de tanino santiagueño, es una ilusión vana. Hoy los intereses ingleses dominan completamente la mentalidad política argentina -digamos, mejor, la de Buenos Aires-. Tanto el Ejecutivo como el Legislativo está dominado por esta sumisión absoluta al modelo internacional inglés... desde los conservadores hasta los socialistas... pasando por los liberales.
-Aquí podríamos impulsar la producción de vino, también...-propuso el doctor Ábalos...
-¡Nooo!-, respondió de inmediato el gobernador... -no hay condiciones... ni siquiera hay alguien que esté intentando ese rubro, que yo sepa...
-Se podría iniciar... -insistió tímidamente Ábalos...- los santiagueños fuimos los primeros en fabricar vino en la Argentina...
-¿Los primeros? -se asombró Pío Montenegro. ¿Quién te dijo eso?
-Los primeros... -aseguró Próspero Ábalos-: preguntale a Juan Christensen y te lo va a decir... el primero que trajo cepas del mejor vino español fue el sacerdote Juan Cedrón... que vino, por primera vez, con Diego de Rojas, a lo que es hoy Santiago del Estero... más tarde, el padre se instalaría en Santiago, y tanto con Núñez de Prado como con Francisco de Aguirre, Santiago del Estero tuvo, desde 1550, su producción propia de vino, de la más alta calidad... no sólo para nuestra ciudad, sino para Tucumán, Salta, Córdoba y Catamarca...
-Bueno, bueno... -concedió el gobernador Montenegro... nos podemos enorgullecer por este dato que nos acabas de aportar... pero en la realidad, es que hoy no hay producción de vino en Santiago del Estero... tenemos que partir con alguna industria que tenga una infraestructura mínima, para elaborar nuestro proyecto... y no tenemos mucho tiempo... Tiene que estar listo para el 19 de junio, que es el día en que vendrá el presidente Agustín Justo.
Aliaga buscó la fecha en el almanaque de su agenda.
-¿Un sábado?
-Sí. Se quedará el sábado, domingo y lunes, participando de diversos actos, como la inauguración del Dique de los Quiroga. El domingo le haremos un homenaje, en la Plaza Libertad, donde concurrirán las alumnas y alumnos de la Escuela Normal y los Colegios del Centenario y Nacional. Con una actuación especial de la Banda de Música Provincial, dirigida por el maestro Pedro Cinquegrani. El presidente Justo inaugurará la pavimentación de la calle Libertad, y luego participará de una sesión especial en la cámara de Diputados de la Provincia. Por último, tendrá lugar una cena de honor, que le ofrecerá el Rotary Club de Santiago del Estero, del que nuestro presidente es, también, socio. Recién el martes al mediodía partirá de regreso a Buenos Aires. Tenemos que aprovechar bien su visita, que será inusualmente larga. Para obtener algún beneficio trascendente. Agustín nos tiene mucho afecto. En parte, modestamente lo digo, debido a su especial amistad con quien les habla. No sé si con los próximos presidentes tendremos tanta afinidad. Lo digo porque ya le queda poco tiempo, menos de un año, de gobierno. Así que preparemos un buen proyecto de fomento industrial... semejante al de los mendocinos, que tan bien nos explicó Próspero… exenciones impositivas, subsidios a la producción local y regulación de los recursos naturales... es lo que podríamos obtener, creo. Pero, ¿para qué industria? ¿Alfalfa? ¿Caña de Azúcar?
-¿Y por qué no algodón?- dijo Ábalos.- Los bandeños tienen una producción importante, con una permanencia en el tiempo que ya lleva unos treinta años, por lo menos... casi toda efectuada por inmigrantes, españoles, italianos, y unos pocos griegos... Algunos, del Partido Socialista, han formado cooperativas...
-¡Buena idea!- aprobó el gobernador Montenegro- podríamos concertar lo antes posible una reunión con los algodoneros de La Banda... incluyendo a los socialistas... Justo tiene buena relación con el Partido Socialista... le apoyan casi todos los proyectos en el Congreso.
-¿Qué opinan ustedes?-preguntó Aliaga, a Dardo Espeche y Argentino Eberlé.
Este último, que se había quedado pensativo, dijo entonces:
-¿Y los alemanes?
-¿Qué pasa con los alemanes?-replicó Pío Montenegro, como fastidiado.
-¿No les podríamos pedir un apoyo económico especial, también a ellos? Manejan muy grandes sumas de dinero, me han dicho los changos del Banco de la Nación.
-No, mejor no nos metamos con los alemanes. Justo los tiene montados en un huevo. Quedémonos en el molde con ellos. Que sigan aportando los impuestos, son los únicos en la provincia que lo hacen siempre puntualmente. Pero nada más, por ahora.
***
En Añatuya, los mexicanos que habían abierto siete meses atrás un negocio de revelado, fotocopias e imágenes, preparaban en su trastienda un importante envío.
-Qué tenemos aquí- dijo el teniente Gutiérrez, jefe de la misión.
-En estas cajitas, hay muestras de las tierras -contestó el sargento ayudante Juan Pastor. -De los campos donde los tedescos han efectuado pruebas con sus aparatos.
-Muy bien-, aprobó el teniente. -Y ustedes, Amanda y Rita: ¿han consignado todas las informaciones recabadas?
-Así es, Felipe, contestó Amanda. Tres carpetas. Un original, de 55 páginas, con dos copias, todo en tamaño oficio. Con tapa, contratapa, de cartón plastificado, anilladas.
-Perfecto-dijo el militar. -¿Y tú, Mescalito?
-Aquí está todo... -replicó el aludido, sargento Blas Giménez, infante de Marina, en el Ejército de los Estados Unidos de Norteamérica.
“150 fotografías. Reveladas a color. De 210 x 297 mm cada una. La mayor parte obtenidas con teleobjetivo. De todas las instalaciones y, en la medida en que fue posible, algunas tomas de sus ejercicios prácticos con tecnología bélica... Estas últimas no del todo claras, pues debí tomarlas de mucha distancia... Hubiera sido peligroso acercarme más. Pese a ello, creo que están bastante discernibles... nuestros técnicos podrán tener noción de qué tipo de implementos ofensivos y comunicacionales están procesando los alemanes.”
-Muy bien, Mescalito -aprobó el teniente Gutiérrez. Y girando la cabeza hacia las mujeres, quiso saber: -¿Entonces está todo listo? ¿Falta algo?
-Sólo que tú firmes el informe y luego colocamos todo en sobres de papel madera, lo empaquetamos y lo enviamos.
-Bueno, dijo Gutiérrez. - Dame la nota, y la firmo ya.
-Tres copias -contestó Amanda, extendiendo las hojas tipeadas a máquina, tamaño oficio.
Media hora después, Mescalito y Juan Pastor partían en una camioneta Ford Pickup Truck, con caja trasera techada, rumbo a Tucumán. Desde el consulado estadounidense en aquella ciudad, saldrían esa misma tarde dos funcionarios hacia Chile. Para que al día siguiente, en un avión del ejército estadounidense la encomienda fuera transportada para entregarla, en manos propias, al jefe de los Servicios de Inteligencia del Pentágono, en los Estados Unidos.
Desde la casa de enfrente, separados por una ancha calle de tierra, Miguel Achem, su esposa Amira Jorge y su hijo de catorce años, observaban atentamente lo que hacían sus vecinos. A quienes les alquilaban el local donde habían montado su casa de fotografías.
Miguel, de 42 años, y Amira, de 35, explotaban allí un almacén de Ramos Generales, con panadería y rotisería incorporados. Donde trabajaban, en diferentes funciones, seis empleados: tres mujeres y tres varones. Su local tenía la suficiente amplitud para que ellos -Amira, Jorge y Pichón, su hijo-, pudieran observar, desde unos cinco metros de distancia entre ellos y las amplias vidrieras, los movimientos de sus inquilinos. A quienes, como se recordará, Miguel alquilaba tanto el local de enfrente como las dos viviendas familiares donde se alojaban.
-Son espías yankis… -dijo sentenciosamente y en voz muy baja Miguel.
-¿Vos crees Miguel? Pero tienen pasaportes mexicanos... hablan perfectamente el castellano, con acento de México...
-Sí, sus padres deben haber sido inmigrantes mexicanos... y ellos hablan muy bien el idioma... por eso los han enviado... para que pasen desapercibidos, entre nosotros... los mexicanos son los que más se parecen en sus modos lingüísticos y modismos coloquiales, a los santiagueños...
-¿Pero cómo podemos saber, si realmente son espías? ¿Y para qué los norteamericanos mandarían espías, a Añatuya?
-¡Para espiarlos a los alemanes!... ¡Eso es lo que están haciendo! Vos has visto fotos que les han sacado a los galpones de los alemanes... ¿Quenó Pichón?
-Sí, papi... -contestó Pichón. El muchacho se había hecho bastante amigo de los mexicanos, ayudándoles a conocer la ciudad, aprendiendo hacer fotocopias y revelando fotografías en el estudio, técnicamente muy moderno, que habían instalado enfrente.
-¿Ves? -dijo Miguel Achem a su esposa Amira-. Son espías yankis, clavado...
Luego de decir eso, Miguel entró, por la puerta trasera del negocio, a la casa donde vivían. Y a los cuatro o cinco minutos se lo vio regresar.
-Salgo -les dijo a su esposa y su hijo. -Cuiden el negocio. Vuelvo en una hora. Se había puesto una campera marrón y en su mano derecha traía las llaves del auto.
-¿Adónde vas? -preguntó Amira.
-A avisar...-contestó Miguel.
-¿A los alemanes?...
-No. A Matecosido.
Capítulo 46
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