Capítulo 17

Se habían registrado 37 grados de calor a la sombra el 1 de diciembre, cuando lord Harvey Sylvester Pennington arribó, por vía aérea, a Buenos Aires. Debido a lo cual, acompañado por una discreta custodia-, se lo trasladó inmediatamente al Hotel Plaza. Donde tendría un piso con aire acondicionado, en reserva efectuada por un tal John Hatt. Ramón Soriano, funcionario de confianza del presidente Justo, lo recibió en el aeropuerto. Y manejó el Buick Special Four-Door, modelo 1935, hasta el por entonces mejor hotel de la Argentina. Pennington era accionista principal y supervisor a cargo del comité administrativo de la empresa The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited. Que, entre otros negocios internacionales, controlaba unas 2 millones 600 mil hectáreas de selva chaqueña. El grupo europeo, formado por once poderosos millonarios poseía bancos, instalaciones industriales y propiedades inmobiliarias en diferentes partes del mundo. Incluyendo China, La India y África. En Argentina, además de La Forestal, instalada entre el sur de la Provincia del Chaco y el norte de la provincia de Santa Fe, participaba también del grupo empresario que importaba los trenes y construía las estaciones de ferrocarriles, así como el tendido de las vías férreas. Cuyo trazado resultaba siempre en favor de las necesidades empresarias de los ingleses. Completando el circuito de explotación y expoliación de toda riqueza que se generaba en esta región del país. Sus ganancias eran sólo comparables con las de diez o doce estancieros bonaerenses, quienes, por otra parte, explotaban su producto -carne de vaca congelada para exportación- en dependencia absoluta y únicamente a través de las instalaciones frigoríficas inglesas en la Argentina.

Lord Pennington ingresó con alivio a su habitación en el piso con aire acondicionado. El joven y elegante camarero que lo acompañó hasta que se instaló cómodamente en el amplio aposento, descendió luego hasta el sótano. Allí, junto a la sala de máquinas, había una pequeña habitación destinada a herramientas y otros enseres. Donde, sin decir palabra, apenas con una sonrisa, el camarero entregó un papelito al hombre moreno, de unos 35 años, que armaba prolijamente cierto aparato mecánico. Luego de ello, regresó a su lugar de trabajo en el mismo ascensor.

El papelito decía:

HA LLEGADO EL BACALAO.

Había que enviar este mensaje, por telegrama, a un destinatario de Santa Fe. Cosa que, inmediatamente, el mecánico salió para hacer.

 


Al día siguiente, a las once de la mañana, Lord Pennington fue recibido por el presidente de la República, general Agustín P. Justo. Durante una hora y media, aproximadamente, dialogaron cordialmente sobre el único tema que traía como prioritario el inglés: la creación de una fuerza policíaca especial, dedicada exclusivamente a monitorear la región del Gran Chaco Sudamericano, controlado por las empresas inglesas. Y eventualmente reprimir levantamientos sindicales. Acciones que venía cumpliendo un ejército privado: The Flying Gendarmerie (La Gendarmería Volante). Hueste represiva conducida por oficiales retirados ingleses, aunque compuesta por soldados criollos. La cual, popularmente era conocida como Los Colorados de La Forestal. Pues esta empresa capitalista los proveía de uniformes rojos, además de modernos equipos como armamento y hasta artillería mediana.

El reclamo de Pennington a Justo provenía de los numerosos conflictos judiciales que con frecuencia trababan o sancionaban algunas de las actividades represivas de “Los Colorados”. Esto, unido a boicot o choques con policías locales, comisionados municipales y otros funcionarios públicos, más el oneroso mantenimiento de una fuerza de elite, costo que los accionistas consideraban deficitario, debiendo -según sus criterios- el Estado Nacional garantizar la seguridad de las empresas productivas en el mercado, hacía imperativo el argumento que este alto funcionario anglosajón traía.

Obtenida que hubo la promesa del presidente Justo de que pronto se concretaría esta petición, Pennington se retiró de la Casa Rosada muy satisfecho. Pues el educado militar argentino -quien se expresaba en un bastante aceptable inglés-, le había asegurado que los senadores, incluso los socialistas, aprobarían por mayoría absoluta la creación de la nueva falange estatal represiva. A tal punto que, tomando la sugerencia inglesa, ya tenía su nombre: Gendarmería Nacional Argentina.

Así las cosas, el empresario inglés partió temprano, el martes 2 de diciembre de 1935, hacia Santa Fe. Lo hizo en el mismo Buick Special Four-Door, que manejaba el joven abogado Ramón Soriano, llevando en su asiento trasero como custodio sólo a un oficial retirado del Ejército Argentino. Pues se le había asegurado que las rutas en toda la Pampa Gringa -como había comenzado a llamársela por entonces- eran altamente seguras bajo el gobierno de La Concordancia Republicana.

Efectivamente. Cerca del mediodía llegaron, luego de un viaje caluroso, pero sin otra cualidad desagradable, al casco principal de La Forestal, en Guaycolec. Donde lo esperaba un opíparo almuerzo, junto a los principales gerentes y jefes de todas las áreas de la importante empresa, incluyendo esposas, hija e hijos y otros miembros de sus familias, del cual participaría también, halagado, Ramón Soriano. Enviando, en cambio, al militar custodiante, a otro salón, apartado, para almorzar con personal de servicio, jefes de obrajes, cocineros principales, capataces, oficiales de la Gendarmería Volante, etcétera.

El miércoles por la mañana, hasta bien pasado el mediodía, Lord Pennington revisó las cuentas de la empresa, acompañado por el recaudador de La Forestal Company, Mr. Walter Hicks, y el gerente argentino Mr. Teodoro Martínez de Hoz. Después de esa tarea, decidió acogerse a una breve siesta. Luego de la cual tomó un reconfortante baño, y acicalándose con un liviano traje de hilo, se preparó para recibir el homenaje de la comunidad Ñandeva-tapieté. Acompañados por el comisionado municipal de Villa Ana, Camilo Ceretto. 

La ceremonia sería muy agradable. Unos veinte indígenas, entre hombres, mujeres, ancianos y niños, vistosamente ataviados con ropajes muy coloridos, plumas, y hasta arcos y flechas, entregaron presentes al visitante inglés. Y una ofrenda floral, con un texto en guaraní que decía: 

  Aguyje karai Harvey Sylvester Pennington ome'ê haguére oréve óga iporãitereíva ha ojeikokuaa haguã. 

(Gracias, señor Harvey Sylvester Pennington por habernos dado casas muy cómodas y habitables. Con amor.

Halagado, lord Pennington ordenó a Martínez de Hoz que repartiera encendedores de acero que funcionaban a bencina, entre los nativos. Quienes los recibieron dando muestras de asombro, con moderada algarabía.

Junto a ellos habían venido algunos funcionarios municipales, así como una pequeña delegación escolar, compuesta por niñas y niños de entre 12 a 14 años, con cuatro docentes. Casi todos rubios, cosa que sorprendió un tanto a lord Pennington. Luego le aclararían que en aquella región una gran parte de la población civil pertenecía a inmigrantes europeos y sus descendientes.

Los días siguientes iban a transcurrir de parecida manera: revisando cuentas o inspeccionando instalaciones de La Forestal en Villa Guillermina, Las Toscas, Lanteri y Las Garzas, todas localidades cercanas a la central administrativa de la gran empresa. Allí pudo ver el británico que la gran mayoría de los obreros de las fábricas, mantenimiento, transporte y otras numerosas secciones productivas eran casi todos criollos o aborígenes, sin poder distinguir en ocasiones quienes pertenecían a cada una de esas razas. Y sus condiciones de trabajo, así como sus indumentarias, sumamente pobres,  e igualmente las carpas o chozas donde se alojaban.

Hasta que llegó el sábado 6 de diciembre de 1935. Día que amaneció bastante fresco, suavemente nublado y con un vientecillo agradable que disipaba el agobio de días anteriores, en los cuales se habían registrado temperaturas de más de 40 grados a la sombra.

Para ese día, habían decidido en secreto efectuar una sigilosa inspección a una zona montuosa junto a la localidad de Gato Colorado, cercana de allí, como a unos quince kilómetros. Martínez de Hoz había informado al gerente británico sobre la existencia de un yacimiento oculto entre la selva, de inmensos restos de material meteórico, conteniendo riquísimos fragmentos de minerales útiles para la industria metalúrgica, como el hierro o el cobre.

Partieron, pues, a las 7 de la mañana, en el Buick gubernamental, lord Pennington, Martínez de Hoz, el abogado Soriano, quien continuaría oficiando de chofer, y un custodio apellidado Scarpinato.

El camino, por partes enripiado, era estrecho, aunque no polvoriento, debido a la espesa vegetación que lo flanqueaba, e incluso, por tramos, ensombrecía. De pronto, tuvieron que detenerse, pues una gigantesca tipa (Tipuana tipu), se había desplomado sobre la ruta, impidiendo el tránsito.

Mientras deliberaban, luego de haber descendido del auto, sobre cómo quitar el obstáculo -o si convenía regresar y enviar obreros para hacerlo-, emergieron rápidamente seis o siete jinetes, desde los cuatro costados. Scarpinato intentó llevar su mano izquierda al interior del saco pero un fustazo en la frente lo derribó.

Apuntándolos con armas largas, les ordenaron colocarse los cuatro con las manos en la nuca junto al auto. Cuando lo hicieron, tres hombres bajaron de sus caballos y los palparon de armas. Requisándole un revólver Colt, calibre 45, al custodio, el único que las portaba. 

Posteriormente, subieron al Buick Special Four-Door a lord Harvey Sylvester Pennington, apuntándolo con una pistola. Y le ordenaron sentarse al lado del conductor, un hombre muy moreno de ojos verdes. Lo otros dos subieron atrás. Luego de retroceder con el auto, partieron todos, muy raudamente, por donde hasta entonces los empresarios habían venido. Seguidos al galope por sus compañeros, quienes llevaban de las riendas los tres caballos desocupados.

Martínez de Hoz, Scarpinato y Soriano quedaron allí, en medio de aquel caminito selvático. Sin saber qué hacer. Scarpinato sangraba un poco desde la frente. Pero su herida no era algo de gravedad. Finalmente decidieron regresar caminando. Hasta que pudieran hallar el rancherío, para pedir a alguien que los acercara a la Administración de la empresa en algún vehículo, aunque más no fuera a lomo de mula o sobre el anca de algún caballo.

A partir de aquí sintetizaremos lo sucedido, desde la captura de lord Pennington por gauchos incógnitos, hasta su posterior liberación, sano y salvo, el 24 de diciembre por la madrugada. Lo haremos reproduciendo textos, de diarios locales -y extranjeros, especialmente de Gran Bretaña.


Domingo 7 de diciembre de 1935. 

Diario El Argentino, de Santa Fe. 

En un pequeño recuadro, publica en Policiales el siguiente corto:

ÚLTIMA HORA - URGENTE

Visitante Británico presuntamente secuestrado

-En horas de la noche ingresó a esta Redacción, de fuentes confiables, el dato de que un funcionario británico, que visitaba la Argentina, por razones comerciales, habría sido secuestrado en el transcurso de un viaje hacia el límite Norte de nuestra provincia. Ampliaremos en la edición de mañana, lunes.


Martes 9 de diciembre de 1935

El diario Crítica, de Buenos Aires, publica en su portada, con titulares catástrofe:

¡Lord Inglés secuestrado! Preocupación en ámbitos gubernamentales

Gran conmoción ha causado en ámbitos gubernamentales y diplomáticos el secuestro del lord inglés Sir Harvey Sylvester Pennington. Quien se encontraba efectuando una visita empresarial a nuestro país. Y había viajado a la provincia de Santa Fe para cumplir parte de dichos fines. Un grupo de forajidos, montados a caballo, lo capturó aplicando violencia para reducir a su único custodio. Partiendo raudamente con su presa y apoderándose, asimismo, del flamante automóvil Buick modelo 1935, que el gobierno Nacional del presidente Agustín P. Justo, cordialmente había asignado al ilustre huésped.  


The Times

12 de diciembre de 1935

London, 12/12/1935 (Agencies and correspondent).

An unusual tragedy has occurred in the foggy and inhospitable Argentine jungles. A distinguished and noble British citizen has disappeared. Victim of a sinister band of Argentine gunmen. Possibly gauchos or Indians. Apparently they were common criminals. Although the possibility that the perpetrators of the despicable criminal act, for propaganda purposes, were anarchist or communist subversives is not ruled out.

Traducción:

Londres,  12/12/1935 (Agencias y corresponsal).

Una insólita tragedia ha ocurrido en las brumosas e inhóspitas selvas argentinas. Un distinguido y noble ciudadano británico ha desaparecido. Víctima de una siniestra banda de pistoleros argentinos. Posiblemente gauchos o indios. Al parecer se trata de delincuentes comunes. Aunque no se descarta la posibilidad de que hubieran sido subversivos anarquistas o comunistas quienes perpetraran el deleznable hecho criminal, con fines propagandísticos.


Diario La Nación

Buenos Aires, 14 de diciembre de 1935.

Estaría próxima la liberación de Lord Pennington por fuerzas policiales

-En una conferencia de Prensa efectuada ayer por la tarde en el Ministerio del Interior, su titular, el doctor Leopoldo Melo, anunció que fuerzas policiales y militares combinadas, abocadas al hallazgo y rescate de lord Harvey Sylvester Pennington, estarían próximas a concretar sus objetivos. Esto es, la liberación del ilustre visitante británico y la captura de la pequeña banda de delincuentes que lo habría secuestrado para solicitar rescate.

El delegado empresarial de importantes grupos industriales, financieros y agrícolas del Reino Unido, estaría detenido, en buen estado de salud, por estos delincuentes en una próspera localidad rural del sur santafesino.


Ahora - Revista semanal

Miércoles 18 de agosto de 1935

Matecosido tiene al inglés: se burla de la policía

-En una carta dirigida al director de Ahora, el conocido bandolero Segundo David Peralta, más conocido popularmente como “Mate Cosido”, afirma tener en su poder al señor Harvey Sylvester Pennington, miembro del directorio de la empresa multinacional denominada La Forestal Argentina.

“Mienten los que dicen tenernos cercados”, dice el popular Matecosido, “no tienen ni idea de dónde estamos”. A continuación, Peralta indica que el señor Pennington se encuentra muy bien de salud, alimentado y alojado confortablemente, pero no será devuelto y podría desaparecer definitivamente si no se cumplen con las siguientes condiciones:

1. Que la Forestal Argentina se comprometa a indemnizar a las familias cuyos trabajadores fueron asesinados o despedidos sin compensación alguna durante los trágicos hechos represivos perpetrados durante las huelgas obreras y movilizaciones del periodo 1919 a 1921.

2. Que la Forestal Argentina distribuya en 16 poblados de hacheros santafesinos, chaqueños y santiagueños bolsones con alimentos cuyas características les fueron comunicadas directamente hace 48 horas.

3. Que la Forestal Argentina firme ante escribano público, el compromiso de edificar viviendas dignas, con ladrillos y techos de cemento, en lugar de los ranchos plagados de vinchucas donde habitan los hacheros y otros trabajadores de la multinacional.

4. Que la empresa Forestal Argentina deposite la cantidad de 500 millones de pesos argentinos en una cuenta de un país americano que se le proveerá por comunicación privada.



Ese mismo día, Miércoles 18 de diciembre de 1935, el diario Crítica publica en su primera plana:

BAIROLETTO IMPLICADO EN EL SECUESTRO DEL INGLÉS

-En nuestra Redacción se receptó una carta procedente de Curitiba, Brasil, firmada por el conocido anarquista santafesino Juan Bautista Bairoletto. 

En la misiva, el subversivo comunica que su agrupación ácrata participó activamente en el secuestro del señor Pennington, gerente inglés de La Forestal Argentina y otras empresas bancarias y financieras de Gran Bretaña. Así como en la provisión de elementos “técnicos e infraestructura territorial” para el actual mantenimiento en una “cárcel del pueblo” al “explotador capitalista inglés”.

Comunica, además que deben cumplirse las condiciones fijadas por el señor Segundo David Peralta, alias Mate Cosido, pues de otro modo, tanto la empresa como el capturado deberán “atenerse a las consecuencias”. 


19 de diciembre de 1935.

Diario Le Siècle 

La situation de l'homme d'affaires anglais kidnappé en Argentine est préoccupante

Sir Harvey Sylvester Pennington est détenu depuis 13 jours par un groupe de bandits et d'anarchistes argentins. Les ravisseurs ont demandé à la Compagnie forestière argentine une indemnisation extraordinaire pour les familles des travailleurs. Ce sont ceux qui ont été exécutés lors de la répression des grèves et licenciés lors des luttes syndicales de 1919 à 1921. Pendant ce temps, les forces de la Police Fédérale, de la Gendarmerie et de la Police provinciale ratissent tout le territoire de la Province de Santa Fe. Jusqu'à présent, non. résultats.

Traducción:

Preocupa la situación del empresario inglés secuestrado en la Argentina

Sir Harvey Sylvester Pennington lleva ya 13 días prisionero de un grupo de bandoleros y anarquistas argentinos. Los secuestradores han solicitado extraordinarias indemnizaciones para las familias de obreros a la Compañía Forestal Argentina. Se trata de aquellos que fueron ejecutados en la represión a huelgas y despedidos en las luchas sindicales de 1919 a 1921.  En tanto, fuerzas de la Policía Federal, la Gendarmería y policías provinciales rastrillan todo el territorio de la Provincia de Santa Fe. Hasta ahora, sin resultados.

Diario La Nación

Buenos Aires, 21 de diciembre de 1935

Suspenden búsqueda de lord Harvey Sylvester Pennington

Por orden del presidente de la república, general Agustín P. Justo, todas las fuerzas federales han emprendido el regreso a Buenos Aires. 

Al parecer la medida se toma a solicitud del embajador del Reino Unido en nuestro país, Sir Nevile Meyrick Henderson, KCMG. Quien habría dispuesto negociaciones con presuntos representantes de los secuestradores. También la empresa The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited, directamente desde Londres, se habría comunicado con el presidente Justo en igual sentido.

Por su parte, el asesor principal del Ministerio del Interior, Ramón S. Castillo, en declaraciones a la prensa admitió que se encuentran avanzadas las conversaciones con los anarquistas para que se efectúe, “en el menor tiempo que sea posible” la liberación del ilustre visitante británico. 

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Diario El Argentino, Entre Ríos

22 de diciembre de 1935

La Forestal reparte víveres entre los más humildes

Santa Fe (C) - Gran algarabía se vive hoy en numerosas localidades santafesinas. Así como también en otras chaqueñas y de la provincia limítrofe de Santiago del Estero. Todas dependientes laboralmente de las procesadoras de tanino, aserraderos, y otras explotaciones agrícolas e industriales de la compañía inglesa La Forestal. Al parecer, se estaría cumpliendo con parte de un acuerdo, celebrado entre la directiva de esta empresa, los gobiernos de Santa Fe y de la Nación, así como de la embajada británica en la Argentina. Con el sentido de obtener la pronta liberación del destacado empresario inglés lord Sylvester Pennington, quien, como se sabe, permanece secuestrado en algún lugar desconocido desde el sábado 6 de diciembre del corriente año.

  

Diario El Orden, Santa Fe

24 de diciembre de 1935

JÚBILO: 

LIBERAN A LORD INGLÉS SECUESTRADO POR BANDOLEROS

El distinguido lord inglés Sir Harvey Sylvester Pennington apareció, alrededor de las 6 de la mañana, errante en un paraje montuoso y sin urbanización. Entre las localidades de Bandera, Santiago del Estero, y Villa Minetti. Habría caminado, al parecer, desde el sitio donde lo pusieran en libertad sus secuestradores, hasta la senda vecinal de una pequeña aldea Toba. Donde lo recibieron estos humildes habitantes limítrofes de las dos provincias. Puesto que lord Pennington solo puede expresarse en inglés, idioma obviamente no comprendido por los naturales, hubo dificultades de estos y alguna desconfianza al comienzo. Resuelta afortunadamente por el don de gentes del distinguido empresario. Quien, a pesar de encontrarse con su camisa y el resto de su vestuario algo descompuesto, logró hacerse comprender y consiguió ser llevado hasta la población más cercana. Desde donde, ya recibido con gran aprecio y alegría por algunos ciudadanos blancos, fue inmediatamente trasladado a oficinas locales de La Forestal. Desde donde partió, rápidamente, hacia Villa Ana en un vehículo adecuado de la propia empresa Forestal.


La Prensa 

Buenos Aires

24 de diciembre de 1935

No fue posible establecer contacto con el noble británico lord Harvey Sylvester Pennington, luego de su liberación por parte de los forajidos que lo mantuvieron cautivo durante dieciocho días. Directamente desde Santa Fe, lord Pennington fue trasladado en una avioneta privada a los campos de la familia Martínez de Hoz en Bragado. Allí, en una aeronave enviada por el duque de Windsor, partió inmediatamente hacia su país.


Revista Ahora 

Edición Especial de Navidad. 25 de diciembre de 1935. 

La revista Ahora, semanario de gran popularidad en los sectores medios y trabajadores de la sociedad, se editaba en tamaño tabloide. En ocasiones especiales publicaba dos ediciones distintas durante la misma semana. Su tirada era posiblemente la mayor de todos los medios argentinos, y solía agotarse rápidamente en las provincias argentinas.

Este número de Ahora dedicó doce páginas a informar sobre el cumplimiento de las condiciones impuestas por el tucumano David Peralta y el santafesino Juan Bairoletto a La Forestal.  

Con grandes fotografías en color sepia, mostraba las extensas filas de mujeres y niños, extremadamente humildes, que se formaban en las numerosas delegaciones provinciales de la empresa forestal en Santa Fe, El Chaco y Santiago del Estero. Para cobrar las indemnizaciones dispuestas como resarcimiento por la pérdida de sus familiares directos en la masacre represiva practicada durante las huelgas obreras de 1919 a 1921.

En otras fotos, se mostraba, también, el reparto de alimentos no perecederos. Bolsas de harina, fideos envasados, azúcar, yerba, galletitas, polenta, etcétera, se distribuían entre las miles de familias indigentes que componían estas poblaciones de donde la empresa capitalista inglesa extraía el tanino de sus quebrachos y utilizaba la madera para múltiples usos. Extrayendo del proceso siderales ganancias.


The Daily Telegraph

Londres, 6 de enero de 1935.


En los días en que se preparaba la coronación del joven rey de Inglaterra Eduardo III, duque de Windsor y Príncipe de Gales, lord Harvey Sylvester Pennington concedió un reportaje exclusivo a este importante periódico de su país. Compartiremos, debajo, una traducción de sus principales conceptos.

Luego de afirmar que fue muy bien tratado por los jefes de sus secuestradores, Segundo David Peralta y Juan Bautista Bairoletto, a quienes consideró unos “caballeros silvestres”, el representante del grupo empresario que integraba La Forestal junto a grandes bancos internacionales e industrias establecidas en diferentes países del mundo, lord Pennington no quiso extenderse demasiado en los detalles de aquél incidente. Prefirió, en cambio, indicar que la misión para la cual había sido comisionado, se había cumplido sobradamente y con notable éxito en la Argentina. Tal era obtener una optimización administrativa del funcionamiento empresarial de la compañía en ese país. Y los acuerdos con el gobierno del general Justo que permitieran maximizar las ganancias para Inglaterra. En un tiempo de crisis capitalista global, iniciado de forma catastrófica con el crack de la Bolsa de Wall Street en Estados Unidos, ocurrido entre el 24 y el 29 de octubre de 1929.

Inglaterra había sido el imperio que mejor estaba capeando la circunstancia, pese a la caducidad de gran parte de su industria, ante competidores tan potentes como Alemania, Francia y Estados Unidos. Ello porque había sabido aprovechar la inmensa rentabilidad de sus inversiones bancarias en otros países, como La India, Australia, Sudáfrica, Canadá, etcétera. Pero destacaba, especialmente, los arreglos e inversiones en la Argentina, de esta manera, que citaremos en forma textual:

[Fragmento]

Gran Bretaña tiene de 500 a 600 millones de libras esterlinas invertidas en la Argentina. [...] Hay en Gran Bretaña unos 32.000 kilómetros de ferrocarriles. Los ferrocarriles argentinos de propiedad y gerencia británica constituyen una red de más de 25.000 kilómetros y esta red se extiende sin cesar. La casi totalidad de las locomotoras, material rodante, rieles, accesorios mecánicos y carbón, es adquirida en Gran Bretaña. Lo cual proporciona ocupación segura a miles de obreros británicos. [...] Casi todo el capital está en poder de miles de accionistas británicos, y su renta anual satisface impuestos británicos por valor de varios millones. 

[...] Además de los ferrocarriles tenemos allí tranvías, obras hidráulicas, gasómetros, empresas de utilidad pública de toda clase.

Hasta hace poco tiempo eran nuestros los teléfonos. Hemos construido puertos y sistemas de irrigación. Las entidades británicas tales como Bovril, Liebig‘s, La Forestal y la Argentina Southern Land Company, sin hablar ya de los particulares, poseen millones de acres de terrenos y millones de cabezas de ganado. Y la mayor parte de estas entidades y sus empleados británicos, hombres jóvenes, realizan asimismo sus compras en Inglaterra. Los beneficios son buenos y pagan los correspondientes impuestos británicos.

[...] en lo relacinado con los fletes, la mitad de las 11.000.000 de toneladas que entran anualmente en los puertos argentinos, es británica, y una parte considerable de esta mitad ha sido construida especialmente para el comercio de carne chilled, en el que compite con varias líneas extranjeras subvencionadas.

Por todas estas razones y otras, que el gerente inglés expuso ante la opinión pública del Imperio Británico, es que consideraba a su viaje, para obtener un mejor ajuste del régimen de sumisión económica, en que por entonces el gobierno liberal argentino había aceptado someter a su población, en favor de Inglaterra,  como “altamente exitoso”. Pese a lo que llamó “inconvenientes”. Surgidos, de un modo inesperado, en Santa Fe, durante aquella misión de índole diplomática y empresarial. 

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