Capítulo 35

 Capítulo 10


    Durante la fiesta de casamiento de Eduardo Olivera Ribó y Ángela Gorostiaga Paz, en el Lawn Tennis, Alberto se había cruzado con Valentina Ledesma Olaechea. A quien apenas conocía.

    Yendo a buscar un Malbec especial, a la cantina, no pudo desligarse sin intercambiar algunas chanzas con un grupito de amigas y amigos, reunidos junto a un cantero de arbustos florales, quienes charlaban, con gran algarabía, copas en mano y lo detuvieron. En ese momento se acercó Valentina; él no pudo dejar de mirarla con minuciosa atención, era una muchacha muy bella. Pensó que posiblemente no debía haber alcanzado los veinte años, aún, por lo que inmediatamente censuró su actitud interior, él tenía ya casi treinta y tres, era un hombre casado, con dos hijas. Y atravesaba al presente una delicada situación en sus relaciones familiares, por causa de un flirteo reciente, absurdo, en el que había caído durante un reciente viaje de negocios a Catamarca.

Alberto y Valentina. IA ChatGPT


    -Hola Alberto...-saludó Valentina Ledesma, sin prestar atención al resto. -¡Hace siglos que no nos vemos!...

    -Es verdad... posiblemente desde tu cumpleaños de quince, cuando fui invitado por tu papá, para acompañarlos en la mesa de los ancianos...

    -¡Qué exagerado!...-se rio la muchacha... debías haber tenido apenas 25 años aquella vez...

    -27... corrigió Alberto... y ya estaba casado... mi esposa Maira, embarazada de nuestra primera hija.

    -Bueno, a decir verdad, desde niña me ha encantado conversar preferentemente con ancianos... -afirmó entonces, siguiéndole la corriente, Valentina- son quienes atesoran mayor sabiduría. La mayor parte de los jóvenes, al día de hoy, son generalmente muy cabezas huecas...

    En tal tono continuó la conversación, durante unos cinco minutos, hasta que Alberto lograra escapar decorosamente de aquel grupete y de su joven amiga. Aunque no de su hermosa imagen. Particularmente la de sus labios.

    No debo pensar en ella”, se repitió, una y otra vez, mientras se alejaba rápidamente hacia la cantina del Lawn Tennis. “Mis pensamientos, luego, se materializan”. E intentó borrarla.

    No es que él fuese particularmente inclinado a seducir mujeres. Poseía, pese a ello, algún tipo de atracción, pues con frecuencia se le acercaba alguna de ellas, de un modo excesivamente difícil de eludir.     

    Así, en Catamarca, hacía un año atrás, aproximadamente, Alberto había caído en la tentación. Con una mujer más o menos de su edad -31 años-, dueña de campos agrícolas, que participaba de una reunión regional de Productores Agropecuarios y Sociedades Rurales del Noroeste. Por cierto Maira se había enterado. Y lo había castigado, severamente. Desde entonces ella no dormía con él. A su regreso ya había hecho preparar una habitación aparte. Como se ve, en el Norte, las noticias volaban. Por teléfono, una de sus amigas le había dicho “a tu maridito lo han visto muy acaramelado con... fulana... en tal nayt club”...

    Los Revainera tenían una capilla privada, en su campo. Que estaba abierta, en realidad, para todo el pueblo de Garza. Al día siguiente de su regreso, él había ido a confesarse con el padre Miguel.

    -He pecado, padre... -le había dicho, a través de la rejilla de madera del confesionario.

    -Qué has hecho, hijo...-lo interrogó el hombre, no mucho mayor que él, de unos 35 años.

    -He salido con una mujer que no es mi esposa, en Catamarca- contestó Alberto Revainera.

    -¿Has cometido con ella junta carnal?

    -Sí padre.

    -¿Y te has arrepentido luego?

    -Sí padre.

    -Bueno. Es un pecado grave. Pero no mortal. Yo te absuelvo provisoriamente, ahora. Porque no puedo absolverte en forma definitiva. Ello es facultad de nuestro Señor Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y depende, principalmente, de tu conducta y tu obra, a partir de hoy.

    -Qué debo hacer, padre...-preguntó entonces, Alberto.

    -En primer lugar, en no pensar... los pecados, primero se cometen en el pensamiento, luego, se materializan. Debes expulsar de tu mente, en el acto, cualquier objeto de pecado que se introduzca en ella.

    -Lo intentaré, padre.

    -¡No, no lo intentes! ¡Hazlo! ¡Tú puedes hacerlo, todos tenemos una fuerza interior, que se llama “voluntad”... aplicándola, podemos alcanzar cualquier propósito humano que nos hayamos fijado -dijo el cura.

    -No pensaré en mujeres, padre -murmuró entonces Alberto Revainera.

    -Muy bien. Además, deberás venir, al menos una vez por semana, preferentemente los miércoles, al Santo Rosario de la Mañana.

    -Así lo haré, padre.


    El Santo Rosario de la Mañana, era un encuentro cotidiano al cual concurrían unas veinte personas, casi todas mayores de 60 años, casi todas mujeres, muchas viudas. Se lo celebraba a partir de las cinco, hasta aproximadamente las siete de la mañana. Consistía en los siguientes ritos:

    1) El sacerdote dice:

    -Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del espíritu Santo. Amén.

Invocamos la protección de san Miguel Arcángel:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la pelea. Sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. ¡Reprímele, Oh Dios, como rendidamente te lo suplicamos! Y tú, Príncipe de las Milicias Celestiales, armado con el Poder Divino, precipita al Infierno a Satanás y todos los espíritus malignos, que para la perdición de las almas, vagan por el mundo. Amén.

Señor, abre mis labios

Y mi boca proclamará tu alabanza...

Dios ✠ mío, ven en mi auxilio

Señor, date prisa en socorrerme

Haz que yo te alabe, oh Virgen Santa

Dame fuerzas contra tus enemigos...

Invocamos al Espíritu Santo:

Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.”

    Luego se efectúa el Acto de contrición -con examen de conciencia (todos rezan):

Yo, pecador, confieso a Dios Todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista, a los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos y a ustedes hermanos, que pequé gravemente de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa; por tanto, ruego a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos y a ustedes hermanos, que rueguen por mí a Dios, nuestro Señor.

    El sacerdote contesta:

El Señor ✠ Todopoderoso, rico en misericordia, nos conceda la indulgencia, absolución y remisión de nuestros pecados. Amén.”

    Finalmente, se inicia el Rosario Completo con la “Oración de ofrecimiento”:

Señor Dios nuestro, dirige y guía todos nuestros pensamientos, palabras y obras a mayor honra y gloria tuya. Y tú, Virgen Santísima, alcánzanos de tu divino Hijo, que con toda atención y devoción podamos rezar tu santísimo Rosario; el cual te ofrecemos por la exaltación de la santa fe católica, por nuestras necesidades espirituales y temporales y en especial (aquí va la solicitud particular de cada fiel)”.

    Lunes: por el eterno descanso de nuestros difuntos, en honor a las almas del Purgatorio.

    Martes: por la salud de todos los enfermos, en honor al arcángel San Rafael.

    Miércoles: por nuestros trabajos, familias y matrimonios, en honor a San José.

    Jueves: en acción de gracias, por nuestros sacerdotes, ahijados y padrinos, en honor a la Sagrada Eucaristía y jueves sacerdotal.

    Viernes: en reparación por la conversión de los pecadores, y nuestra propia conversión y liberación, en honor a la Pasión de nuestro Señor.

    Sábado: por los no nacidos, las madres embarazadas, el fin del aborto, en honor a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra.

    Domingo: por lo más necesitados del mundo, especialmente los niños y aquellos que más sufren, en honor a la Santísima Trinidad.

    Después de la confesión, el sacerdote salió del pequeño confesionario de roble. Y continuaron conversando con Alberto un rato más, caminando por entre los bancos y reclinatorios de la capilla. El padre Miguel Yoles era, además, primo de Alberto Revainera. Debido a lo cual se conocían desde pequeños.

    -¿Cómo lo ha tomado Maira a esto?- preguntó el cura.

    -Mal-, contestó Alberto. Ya se había enterado por una amiga. Cuando regresé de Catamarca, se había hecho preparar una pieza, para ella sola.

    -Eso también está mal... es pecado... el matrimonio es un orden sagrado... nos obliga a consensuar todas nuestras decisiones, hasta que la muerte nos separe... Decile que se venga a confesar.

    -Se lo diré... espero que me haga caso-, expresó Alberto.

    Después, estuvieron un rato conversando acerca de las reparaciones al órgano, relativamente pequeño, pero muy potente y bonito, que habían traído el patriarca, Leonardo Revainera con su esposa, de Francia, durante un viaje a París en 1907.

    Asegurándole nuevamente que perseveraría en su redención, así como que iba a conseguir un experto especializado para poner a punto el armonio, Alberto Revainera y Miguel Yoles se despidieron con un abrazo.



***



Captain Rooney Gallagher. IA Designer

    El Captain Rooney Gallagher había pedido a sus superiores que lo enviaran de regreso a la embajada estadounidense en Chile, donde revistaba como agregado militar, sin éxito. Temía que los alemanes tomaran represalias, luego de haber matado aquel joven en las calles de Santiago del Estero.

    Los “guardias de seguridad” del consulado en Tucumán se habían reído de él ante su solicitud. Eran cuatro viejos con más de cincuenta años de edad, suboficiales retirados, a quienes los habían soterrado aquí para asignarles un salario justificable. Se la pasaban jugando al poker y los fines de semana solían “ir de putas”, a alguno de los piringundines que por entonces abundaban en los barrios bajos -y hasta en el mismo centro- de Tucumán.

    Él había hecho algo parecido a un principio. Pero se había hartado. No le gustaba este miserable país, donde las horas parecían transcurrir extraordinariamente lentas, particularmente los domingos, cuando hasta las ciudades consideradas “grandes” como Tucumán, solían aparecer muertas, hasta el atardecer, en verano, al derramarse, recién, por las calles, una multitud singular, donde se entremezclaban seres extraños, de razas para él desconocidas, parloteando en un idioma que el norteamericano había aprendido con dificultad, y con palabras que sonaban raras en este ámbito, al que desde el principio de esta estúpida misión, había percibido como turbadoramente hostil.

    La última vez que había estado con su familia y con sus amigos, fue durante las fiestas navideñas de 1935, hasta mediados de enero del 36, cuando debió volver, para reintegrase a sus tareas aquí. Tampoco estaba satisfecho de la relación con su mujer. Ella se había mostrado algo indiferente, cuando se vieron, luego de casi un año de separación, por su trabajo en la Argentina. Es que, a decir verdad, tampoco él había sido demasiado amable con ella, en el pasado. Desde que se habían casado, en 1923, luego de que, al terminar la guerra, hubiera cumplido su primera labor de espionaje en España. Donde gobernaba una corrupta pandilla conservadora, monárquica, que se hacía reelegir una y otra vez por medio de elecciones fraudulentas. Amenazada por constantes levantamientos anarquistas y comunistas, a los cuales se les había sumado como rebeldes, aunque desde un extremo político opuesto, las fuerzas armadas fascistas, que apoyaban a Primo de Rivera.

    En 1919, cuando terminó la sanguinaria guerra europea, la mayoría de los países estaban en crisis económica. El único país beneficiado fue Estados Unidos: a través de sus bancos, habían prestado dinero a todo el mundo. Para financiar, mayormente, la fabricación de armas, en el mismo Estados Unidos, y el sostenimiento de columnas militares, equipamientos, e innumerables gastos de los aliados, que también iban a engrosar las arcas de Norteamérica. Rusia proclamó que no pagaría ninguna deuda, pues habían sido contraídas por el zar. Y ahora gobernaban los bolcheviques. Francia y Gran Bretaña reclamaban a sus aliados el dinero prestado, pero estaban todos en bancarrota. Entonces Francia arroja la idea “salvadora”, logrando que las Naciones Unidas condenen a pagar, todas las deudas, a Alemania: gran perdedora...

    En ese ambiente estremecido estallaban casi semanalmente levantamientos armados, insurrecciones populares, huelgas, golpes de estado... se necesitaban agentes que informaran cotidianamente a los Estados Unidos para cuidar con responsabilidad sus millones de dólares prestados a los gobiernos, y prevenir posibles rumbos inesperados. En 1923, el entonces teniente Gallagher solicitó su reemplazo, para poder casarse con una muchacha bastante rústica pero muy bonita, que conociera durante unos días de vacaciones hacía ya un año, en Texas, de donde ambos eran originarios.

    Uno de sus trabajos en Europa había sido vigilar a Hemingway. Un escritor borracho y desordenado en su vida personal. Allí, persiguiendo al tipo entre París, Roma y Madrid, había aprendido a odiar a esos artistas degenerados, que parecían haber germinado cual malas hierbas, por toda Europa. Todos comunistas o anarquistas, o fauvistas o existencialistas, dadaísmo, ultraísmo, surrealismo... etcétera... una hemorragia de corrientes filosóficas, brotando como hongos venenosos, en el fango sanguinolento de la posguerra... Como Picasso, Kandinsky, Bretón y otros. Todos amigos de Hemingway.

    No nos fue bien con Kathy, luego de casarnos apresuradamente -pensó Rooney Gallagher-. Ella quedó embarazada, a los pocos meses. Pero nació una niña, cosa que no me gustó nada. Yo había soñado con un varón. Tal vez por eso, las abandoné un poco, es cierto. Tomaba cualquier trabajo que surgiera, con el propósito de alejarme, durante el mayor tiempo que me fuera posible. En los intermedios, períodos que trancurrían juntos, las maltrataba. A ambas. A Kathy y a nuestra hija. Por ello, no me soprendió demasiado su frialdad durante estas fiestas de fin de año. Tampoco me sorprendió enterarme, por medio de un amigo, que se había conseguido un amante.

    Repentinamente se sintió mareado. Era depresión nerviosa, lo sabía. Para contrarrestarla, decidió chupar otro caramelo de cocaína. Eran difíciles de conseguir ahora, en este puto país, pensó. El presidente Hipólito Yrigoyen, con un decreto de 1919, había restringido la comercialización de cocaína, heroína y otras sustancias. Los posteriores gobiernos, habían mantenido ese temperamento. En los Estados Unidos, y todo el resto del mundo -se dijo Rooney, la cocaína y la heroína se podían comprar hasta en los kioscos callejeros. Aquí, debes presentarte en las farmacias, con una receta médica.

    ¿Y qué harían ahora, los alemanes... dudo que se queden quietos”, se preguntó repentinamente, salteando temas, en su ya conturbada mente. “Les maté un pollito valioso”, seguramente. ¿Qué hacía, siguiéndolo a Umbídez? Ese tipo raro, un simple dactilógrafo, mestizo, pero del que parecen depender abogados y jueces... ¿Dónde se habrá metido cuando nos topamos con el alemán? No se le veía ya por ningún lado... tal vez tenía amigos entre los vecinos de la primera casa...”

    -Me buscarán para matarme... y estos hijos de puta de mi embajada no me quieren llevar a Chile...-se dijo el estadounidense, con un pavor repentino.

    Decidió abrir otra botella de whisky, para compensarlo.


Aviso publicitario en una revista de USA. Principios del siglo XIX.

    Rooney Gallagher habitaba una pequeña casa, escondida entre dos chalets, mucho más grandes, que prácticamente la ocultaban. Sobre la Avenida Mate de Luna, al 3.500. La ventana de su pieza daba a la calle. Solía gustarle mirar los rojizos atardeceres, a través de algunos gajos de la enredadera, que cubría el techo y caía, en parte, cubriendo un poco el extremo superior de los cristales. De repente, por entre la llovizna, apareció un pájaro negro. Que se mantuvo un rato, inmóvil, con sus aleteos, mirando hacia dentro. Fue lo último que vio. Antes de apoyar ambos brazos sobre la mesa, luego su frente sobre ellos, y caer pronto en un profundo sopor.



***


    A principios de julio de 1936 el general Emilio Mola, inició un levantamiento armado contra la República Democrática Española. Acompañado por el general Francisco Franco (quien el anterior 23 de junio había escrito una carta al presidente del gobierno, Casares Quiroga, en la cual juraba que las sospechas del gobierno, sobre un supuesto golpe militar, no eran ciertas -cuando él mismo era uno de los generales implicados). Según proyectaban los militares ultra derechistas y fanáticos católicos ultra conservadores, una vez controlada la capital, Madrid, se depondría al presidente de la república y al Gobierno, se disolverían las Cortes, se suspendería la Constitución de 1931, se detendrían y se juzgaría a todos los dirigentes y militantes significativos de los partidos u organizaciones de izquierda. Así como a los militares que no hubieran querido sumarse a la sublevación. Y finalmente, se constituiría un Directorio militar.

    El viernes 17 de julio se publicó en Madrid que en Marruecos se había iniciado una sublevación militar, comandada por Franco. Al día siguiente la sublevación se extendió a la península y las organizaciones obreras (CNT y UGT) reclamaron armas para el pueblo, a lo que el gobierno democrático, luego de una negativa inicial, terminaría accediendo.​ Y se tomó la decisión de entregar uniformes y equipamiento militar a las organizaciones sindicales y obreras. Con fusiles, ametralladoras, cañones poco potentes, vehículos blindados obsoletos, en su poder, entonces, se conformaría un mediocre Ejército del Pueblo, obligado a combatir con las fuerzas profesionales, avanzando aterradoramente desde África y las Islas Canarias, contra las leyes.

    Una semana más tarde, mientras sucedía esto en España, El Liberal de Santiago del Estero anunciaba “el inicio de una contienda intelectual” que se estaba gestando en toda la Argentina. Así como también en la provincia. Ambos bandos, lanzaron movilizaciones populares y conferencias públicas. Para defender cada cual sus posiciones, ante la inminente Guerra Civil. Y recaudar fondos para colaborar, unos, con la ultra derecha fascista, otros con la izquierda, los liberales, los anarquistas y el comunismo. En el mundo entero se organizaban, de un modo simultáneo, convocatorias semejantes. Comenzaron, también, a reclutarse Brigadas Internacionales de combatientes, con el propósito de viajar a España e integrarse con las fuerzas civiles, armadas, que defendían a la IIª República. Para estos combates, se inscribirían numerosos y aún jóvenes artistas e intelectuales, como George Orwell, Ernest Hemingway, Pablo Picasso, entre otros, provenientes de Inglaterra, Alemania, Francia, EEUU, México, Rusia, Colombra, Brasil, Uruguay y Argentina.

    Los intelectuales santiagueños, en tanto, iniciarían su participación con un gran acto público, que se llevaría a cabo en el cine teatro Petit Palais. Los organizadores lanzaron una intensa campaña de difusión, a través de volantes impresos, cartelones, y comunicados de prensa que aparecían como “Noticias de último momento”, en los diarios El Liberal y el vespertino La Hora. Además de la revista Prensa Hispánica, que se había comenzado a publicar para compartir las informaciones que llegaban desde España, Buenos Aires y otros países. Para colaborar activamente con tales actividades, vino especialmente Anita Luz, artista española de varieté. *

    Por entonces, había crecido en Santiago del Estero una comunidad de inmigrantes españoles, en su mayoría campesinos, radicados principalmente en el Departamento Banda. De a poco, la inmigración comenzó por goteo, a mediados del siglo XIX. Ante la interminable crisis económica de la monarquía española. La cual iba dejando en condiciones de pobreza extrema a miles de pequeños campesinos. En su mayor parte analfabetos, y cuya única habilidad laboral consistía en trabajar la tierra. Con la aprobación de la Ley de Inmigración y Colonización de 1876, en la Argentina, y el otorgamiento de amplias libertades para emigrar, de España. Recibiendo, además, pasajes subsidiados por el gobierno argentino. Fue entonces que comenzó una masiva oleada de inmigración española hacia aquí. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores, en un informe de 1891, este sistema de ingreso significaba una “experiencia dolorosa”. ** El migrante español “llevaba como todo bagaje la formación de un hombre de campo o semi-técnica si hubiese tenido la oportunidad de trabajar en una obra o fábrica”.


Acto en el Petit Palais. Contra el golpe militar antidemocrático en 
España, encabezado por Francisco Franco. IA ChatGPT 

    Durante aquella asamblea popular en el cine Petit Palais, los oradores fueron Casimiro González Trilla, en su calidad de presidente de la Cruz Roja Española; el doctor Constantino Sogga, de la UCR; el doctor Horacio Germinal Rava, dirigente socialista; el doctor Manuel Martín López; el doctor Manuel Martín Fernández, médico cirujano, socialista y esposo de Lola Quiroga, odontóloga y dirigente socialista de los grupos femeninos republicanos. Cerró el acto Elías Llugdar, abogado, de la Unión Cívica Radical.

    Los discursos animaban al público presente a solidarizarse con la República Democrática Española: “avanzada mundial en los Derechos Humanos, particularmente de los trabajadores y los más pobres y necesitados”. Promoviendo “la lucha por la libertad y la dignidad humana, contra la ultra derecha y el fascismo opresor”.

    Casimiro González Trilla, periodista radicado en Santiago del Estero desde el siglo XIX, en tanto, había reseñado el proceso de las hostilidades, considerando sus orígenes en “la caída del gobierno de Alcalá Zamora, el triunfo de las derechas fascistas” y la llamada “Revolución del 18 de Julio” *** a la cual se hallaba enfrentado el gobierno de Azaña. Las palabras de cierre del por entonces muy prestigioso periodista en Santiago del Estero, fueron: “España leal lucha contra la barbarie... a favor de la libertad, y de la dignidad humana”.



* La Guerra Civil Española en Santiago del Estero. María Cecilia Rossi. 1ª Edición. MCR Editora, 2009.

** César Yáñez Gallardo. Argentina como país de destino. La emigración española entre 1860 y 1930. Diciembre 1889. (Páginas 489-90).

*** La “Revolución del 18 de Julio” o “Alzamiento Nacional” no fue una revolución, sino un golpe de Estado militar contra la Segunda República Española que se produjo entre el 17 y el 18 de julio de 1936, dando inicio a la Guerra Civil Española. Este golpe, liderado por generales como Franco y Mola, buscaba derrocar al gobierno republicano y establecer una dictadura.


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