Capítulo 38
Capítulo 13
-Che, Umbídez -exclamó el doctor Carol- Por qué no tomamos el toro por las astas, de una vez por todas, y les decimos a todos que sos un ulalo…
Umbídez no contestó. El anciano, pese a ello, continuó:
-Mirá..-aseguró:-ya sé cómo vamos a hacer... lo voy a hablar a Bernardo, para que organice un acto, con su grupo cultural La Brasa... en la biblioteca Sarmiento... Los juntamos a los intelectuales de Santiago -porque son los que más joden con el tema de si sos o no sos ulalo-, hablas vos, y les dices todo lo que quieran saber sobre los ulalos, su cultura, su gente (o comoquiera que se llamen ustedes a ustedes mismos), etcétera... y terminamos con todo este chismerío... ¡Ah! y tenemos que invitar, especialmente, a los alemanes... que son los que más han jodido con solucionar esta intriga... con tan mala pata, que, mirá lo que le pasó a ese alemancito, lo han matado, por andarte siguiendo a vos, únicamente para saber algo sobre los ulalos…
-No lo han matado por seguirme a mí...-protestó Umbídez-, sino porque él era seguido por un paranoico, sobreviviente de la guerra entre los franceses y los alemanes. Un hombre con estrés postraumático: podría haber matado a cualquiera, en cualquier momento.
-Respecto de lo que me propone, doctor, dejemé que lo consulte con mi comunidad... después le contesto.
La comunidad ulala aprobó aquella idea de Absalón Carol, presidente del Superior Tribunal de Justicia de Santiago del Estero. Un mes más tarde, el sábado 15 de agosto de 1936, a las 18:00, Umbídez se sentaba frente a un público compuesto mayoritariamente por hombres. Aunque también habían concurrido destacadas poetas como María Adela Agudo, o Blanca Irurzun. Junto a la adolescente Juana Briones, quien, a sus catorce años, iba ya en camino de convertirse en pintora. Además de algunas investigadoras alemanas, acompañadas por otros miembros de aquella delegación. La concurrencia, en fin, no era muy numerosa... unas cuarenta personas, que apenas alcanzaban para ocupar ocho o nueve filas de asientos, en el inmenso salón auditorium de la Biblioteca Sarmiento.
Bernardo Canal Feijóo presentó sencillamente al “disertante”, como lo llamó; aunque luego Umbídez aclaró que iba a tratar de establecer un diálogo, con quienes habían concurrido allí más que nada porque tenían interrogantes propios acerca de los ulalos. De cuya comunidad él formaba parte.
La escena hubiera compuesto un cuadro surrealista, si pudiera ser percibida a través del gran angular de una cámara fotográfica. En el inmenso escenario, sentado, solo -Umbídez había pedido no ponerle una mesa delante ni nada más que la silla-, el hombre, moreno, de bigote, pelo negro, aparentando unos treintaicinco años, más o menos, quien con voz extraordinariamente eufónica, en leguaje sencillo, de nítida articulación, saludó al público asistente, esbozando sólo esta breve introducción, antes de animar a los presentes a preguntar lo que quisieran:
-Los Ulalos somos una especie natural del planeta Tierra- aseguró. -Lo mismo que las plantas, los animales, los insectos, microorganismos unicelulares, etcétera. Solo que nuestra constitución biológica nos hace algo diferentes. Al no estar compuestos por partículas materiales, sino completamente por energía cósmica, no necesariamente somos visibles. Salvo que nosotros queramos manifestarnos, para lo cual podemos efectuar un proceso de transformación voluntario.
“Nuestro origen ha sido determinado por nuestros científicos en unos mil millones de años atrás. En una región que podría ser considerada, más o menos, adonde hoy suele ubicarse al continente africano. Aunque por aquellos tiempos la tierra aún no se había fragmentado, sin dar aún origen a su configuración actual.
“Al igual que los humanos, y otras especies, fuimos evolucionando en relación directa con los cambios climáticos, estructurales o físicos de nuestro entorno. Ubicándonos en diferentes espacios del planeta, a medida que íbamos adoptando formas externas o modos de relacionarnos con el entorno biológico de acuerdo a las necesidades en cada etapa.
“Así, al igual que otras especies, establecimos afinidades y rechazos con algunas comunidades humanas. En nuestro caso, fue dándose un proceso de acercamiento progresivo, particularmente, con una sociedad humana de aquella región, que se denominaban a sí mismos "bantúes". Cuyo idioma, era el chichewa.
“Algún tiempo más tarde, los hielos invadirían prácticamente todo el planeta, dejando la región donde nosotros existíamos -hoy África occidental- completamente congelada. En tal circunstancia -unos 500 millones de años atrás-, tanto nosotros como los bantúes, nuestros más cercanos amigos, debimos trasladarnos a los muy pocos espacios de la superficie terrestre que mantenían temperaturas aún soportables para las formas de vida que por entonces existíamos.
“Así, en el oeste de América del Sur (Perú, Bolivia y norte de Argentina) encontramos refugios para instalarnos, algunos definitivamente, otros por largos periodos, hasta que desapareciera aquel fenómeno climático que nos hacía imposible sobrevivir en otra parte.
“De tal manera, pues, fue que los Ulalos, junto a otros grupos de humanos, además de gran cantidad de especies animales, nos trasladamos masivamente a estas regiones del planeta, desde lo que hoy llamamos Perú para abajo, hasta la hoy Santiago del Estero, con el propósito de sobrevivir.
“Desde entonces, pues, unos seiscientos millones de años atrás, es que los ulalos habitamos esta región. Así como otros humanoides y humanos, que luego irían conformando diversas comunidades, de las cuales subsisten hoy algunas, llamadas Lules, Sanavirones, Tonocotés, Mocovíes, Comechingones, entre otras.
“Con esta pequeña síntesis sobre nuestro origen y naturaleza, dejo ahora abierta la conferencia para que cada quien efectúe preguntas, que trataré de responder.”
Juanita Briones, desde la primera fila, levantó la mano.
-¿Qué significa la palabra “ulalo”? -preguntó.
-Puente -respondió Umbídez.-En idioma chichewa. Hoy, el chichewa es el idioma oficial de los Malaui. Una nación africana, aún sin territorio definitivo, aunque milenaria por su tradición.
“El chichewa, es conocido, en otras regiones, como chinyanja. Forma parte de los idiomas de la familia bantú, muy hablada en el centro y sur de África. Se utiliza también en Mozambique, en especial en las provincias de Tete y Niassa, en Zambia, así como en Zimbabue, donde es, junto al shona y el ndebele, una de las lenguas más hablada. La zona central del chichewa la forman Malaui, Zambia y Mozambique.
-Usted aseguró que habían venido hace millones de años a esta parte del planeta...-dijo un hombre que se presentó como Samuel Yussem, periodista. -Entonces, estaban aquí cuando llegaron los conquistadores españoles. ¿Sabe quiénes fueron los primeros en llegar a lo que es hoy esta provincia?
-Sí- contestó Umbídez.-Los primeros en llegar aquí desde España fueron siete soldados, conducidos por el capitán Francisco César. Tomaron contacto con nosotros, que les ofrecimos alojamiento. Estuvieron algunas semanas, se mostraban muy felices y contentos. Pues recibieron alimentos, pudieron asearse y descansar de anteriores encuentros con otros habitantes de la región, con quienes habían combatido. También se habían extraviado en la selva, hasta que aparecieron cerca de la hoy Guasayán. Donde la comunidad ulala los recibió muy bien hasta que decidieron irse.
Carlos Abregú Virreyra le preguntó:
-¿Podría decirnos qué pueblos y culturas antiguas existían en Santiago del Estero, antes de la llegada de los Europeos?
-Puedo hablar muchas horas sobre esto -respondió Umbídez. Me limitaré una sencilla enumeración. Desde millones de años los agrupamientos humanos fueron evolucionando hasta conformar grandes culturas y civilizaciones. Las más grandes de ellas fueron las conformadas por los Uruk, los Chipaya y los Arawak. Que se diseminaron por todo el Norte de lo que hoy llamamos Argentina, hasta alcanzar la región amazónica. Así como también parte de su región central, más allá de la hoy Córdoba, hasta alcanzar la Patagonia. Estas civilizaciones fueron contemporáneas al antiguo Egipto y a la Atlántida.
Después de varias guerras y cataclismos, desaparecieron. Pasando muchos milenios hasta que comenzaron nuevamente a constituirse poblaciones organizadas, las que más tarde llegarían a configurar los grandes imperios: Toltecas, Aztecas, Mayas y Tavantisuyus.
“Siempre existieron innumerables congregaciones autónomas, autosuficientes, que permanecieron al margen de estos grandes imperios, aunque relacionándose muchas veces con ellos, e influyendo y siendo influidos por sus conocimientos y también padeciendo, a veces, los problemas políticos, sociales o económicos que cíclicamente se suscitaban.
-¿Cuál fue la causa de la rápida derrota de los aborígenes, pese a su superioridad numérica, ante los europeos que los habían invadido, en el siglo XVI? ¿Qué papel han jugado los ulalos en la defensa de sus territorios, ante la invasión española? -preguntó la profesora Blanca Gutiérrez, de la Escuela Normal de Maestras de Santiago del Estero.
-La derrota de los aborígenes ocurrió por varios factores... distintos o con diversos matices, de acuerdo a la región donde sucedió... no olvide que los europeos fueron conquistando inmensas superficies de tierra, desde México hasta la Patagonia, a lo largo de dos o tres siglos... Una razón principal fue la superioridad técnica de los armamentos traídos por los europeos, contra un equipamiento militar muy inferior por parte de los aborígenes americanos.
“También la cultura guerrera que traían los europeos, era muchísimo más destructiva que la de estos pueblos, quienes en su inmensa mayoría habían existido pacíficamente...
“Los europeos, en cambio, eran herederos de una cultura bélica milenaria, desde los antiguos pueblos griegos, pasando por el imperio romano, hasta las sanguinarias guerras internas de Europa, prácticamente durante todos los dos mil años que precedieron a su lanzamiento hacia esta región, para conquistarla.”
-Quisiera hacer una pregunta -exclamó un joven, desde una de las últimas filas.
-Muy bien -dijo Umbídez-. Aún me falta terminar de contestar a la señora maestra, luego escucharé su inquietud, gracias.
“En relación al papel que hemos jugado los ulalos en estos conflictos bélicos -exclamó, dirigiéndose a la docente normalista-, fue intentar algún tipo de mediaciones, para evitar que las guerras fueran permanentes y, luego de que los aborígenes cayeran derrotados, tratar de que pudieran aplicarse normas lo más benévolas posibles, dada la crueldad con que se explotaban a los sometidos posteriormente, en las haciendas, las minas, las industrias europeas, etcétera.
“Debo repetir que los ulalos no somos humanos. Si bien compartimos el planeta con ustedes, nos está vedado participar en cualquier intercambio político o social decisivo para sus relaciones institucionales. Especialmente, en las guerras. Los ulalos no conocemos la guerra, ni entre nosotros ni con los demás habitantes del universo. Debido a ello, nuestro papel, en relación con la humanidad, debe limitarse a los aspectos comunes que puedan concurrir sólo para obtener relaciones armónicas y constructivas, jamás una participación directa en conflictos o competencias, de sectores enemistados entre sí.”
-¿Puedo preguntar? -insistió el joven.
-Sí.
-¿Es verdad que los ulalos adoctrinan a las almas de los muertos? ¿Para que no anden espantando y se vayan al cielo?
Umbídez se rio.
-En cierto modo sí... -contestó luego- Hay ulalos que han tomado esa tarea... pues algunos humanos, al separarse su consciencia del cuerpo físico, creen que están soñando, o algo parecido... Y tratan de interactuar con la materia, del mismo modo como lo hacían cuando tenían control sobre un organismo físico. Esto constituye un desorden en la naturaleza, y provoca situaciones equívocas. Entonces se trata de explicarles que ya no deben permanecer en este plano del universo.
Algunas de estas almas están muy apegadas a la existencia material... quieren quedar junto a sus hijas e hijos, sus hermanas o hermanos... a los seres que aman, en fin.
En esos casos, se trata de convencerlos para que colaboren, luego, en convencer ellos a otras almas, para que en vez de insistir con apariciones extrañas a sus familiares, asustándolos, prediquen la continuidad de su destino natural, que es pasar a otros planos del universo.
-¿Entonces quiere decir que los seres humanos no morimos? ¿Es verdad que sigue viviendo nuestra alma?
-Lo que llamamos alma es una parte de nuestro cuerpo. Que se constituye por cuatro secciones: alma, espíritu, consciencia. Y cuerpo físico.
“No sólo los humanos tienen secciones metafísicas en sus organismos visibles. También los animales. Tanto los de mayor tamaño, como los más pequeños. Así como las plantas. E, incluso, las piedras o, especialmente, la tierra.
“Y estas manifestaciones diferenciadas de la Vida Universal, tienen su ciclo. Por ejemplo, los coyuyos:
“Las hembras ponen sus huevos y mueren, físicamente, poco después. Han dejado su vida física en los huevitos. Aunque su chispita de vida etérea, vuelve a otros planos. Y continúa existiendo.
“Los coyuyos jóvenes, luego de nacer, caen al suelo, y penetran en la tierra. Desde entonces existen debajo de la tierra, alimentándose con savia de las raíces arbóreas. Allí van cavando túneles; hasta que suben a los árboles y sufren una muda, transformándose en adultos con alas y genitales desarrollados.
“Finalmente, tiene lugar el apareamiento. Coincidentemente con la llegada del verano, en Santiago. En esta fase de la existencia de los coyuyos, de unas dos semanas de duración, se produce un fenómeno sonoro peculiar, el que hace famosa nuestra provincia. El canto permanente de los coyuyos, al atardecer, para atraer a las ninfas.
“Luego de los apareamientos, los coyuyos también mueren. Y la parte metafísica del coyuyo -lo que Jung llamaría «arquetipo del coyuyo», debe ir a otro plano. Es su destino natural.
“Imagínense si los coyuyos no muriesen, y se quedaran cantando en Santiago todo el año... volverían locos a sus habitantes... por eso, es necesario que cumplan su ciclo. Se retiren de este plano. Y dejen su lugar a otros coyuyos, en cantidades razonables”.
Una alemana levantó la mano:
-Buenas tardes, señor Umbídez-, dijo, cuando le fue concedida la palabra: -Soy Heike Schäfer, ingeniera electrotécnica.
“Hemos visto, en la comunidad sanavirona tonocoté Lucup Tiquiunky, cómo ustedes alumbraban los espacios oscuros de un modo que parecía electricidad sin cables. Quisiéramos saber si utilizan el sistema del investigador croata Nikola Tesla, o es una abordaje propio al problema, cuya invención pertenece a los ulalos. Sí es así, quisiéramos que nos brinde una explicación de cuáles son los principios técnicos esenciales sobre los que se basa este logro operativo.
-Gracias por su interés, señora -contestó Umbídez. -Es verdad que nuestra comunidad ulala utiliza un modo de resplandor etérico para iluminar ambientes en penumbra; o que canaliza contenido energético de manera regular y controlada, para nutrir ciertos tipos de mecanismos materiales, que son útiles para actividades productivas o de bienestar humano.
“Sin embargo, estas acciones no se efectúan por medio de sistemas materiales que puedan ser reproducidos por los humanos.
“Debido a lo cual, sería inconducente que le explicara las combinaciones energéticas cósmicas que permiten una reproducción voluntaria de dichos fenómenos... Aún conociendo los fundamentos de esta ciencia, sus componentes fácticos no están al alcance de los sentidos desarrollados por los humanos, hasta ahora.”
-Usted dice «hasta ahora», replicó la alemana: -¿Quiere decir que, en algún momento de la Historia, la Humanidad alcanzará ese conocimiento?
-Es muy posible... -contestó Umbídez. -Todas las especies naturales de vida, evolucionamos, constantemente.
Nuevamente solicitó la palabra el periodista Samuel Yussem. Cuando le fue concedida, expresó:
-De acuerdo a lo que usted ha manifestado, señor Umbídez, los ulalos no interfieren en asuntos de otras especies semejantes, como nosotros los humanos. Sin embargo usted está aquí, entre nosotros, con forma humana. Aparte de tal circunstancia, ya de por sí muy particular, tenemos noticias de que los ulalos han establecido una colaboración estrecha con ciertas etnias, como los tonocotés, sanavirones, matacos, mocovíes y otras de raíz aborigen, en la Argentina. ¿A qué se debe, si puede decírnoslo, este virtual apartamiento de vuestra consabida actitud habitual?
-Se lo diré con mucho gusto, señor Yussem-, manifestó Umbídez. -El apartamiento de nuestras normas habituales obedece, en este caso, a una grave transgresión anterior, cometida por otras etnias humanas, mayormente europeas. Quienes violando los derechos naturales de sus semejantes aborígenes, intentaron eliminar, definitivamente, sus proyectos de vida. Propios de esta particularidad que, hoy, nosotros llamamos Santiago del Estero. Además de otras regiones como la Araucania, la Patagonia, el Gran Chaco, etcétera. Ante este peligroso desequilibrio, que dio inicio a un ya largo proceso de perturbación, caos y deterioro catastrófico de la existencia natural en estas regiones del universo, nos fue pedido intervenir. Con la única acción modificatoria que todos los seres vivos tenemos derecho a ejercer, incluso obligatoria: la de proteger a nuestros hermanos, cualquiera sea la forma de vida que ellos presenten a las consciencias naturales.
-¿Quiénes se lo pidieron? -inquirió Yussem.
-Los espíritus de la Tierra-, contestó Umbídez.
-¿Podría explicarnos un poco más? -insistió el periodista, un hombre, por entonces, como de cuarenta y cinco años.
-Los espíritus de la Tierra, señor Yussem, son seres como nosotros, es decir, usted y yo. Sólo que compuestos por diferentes sustancias biológicas. Lo cual les confiere posibilidades distintas, a las manifestadas por los seres moleculares. Así como también límites claros, inexistentes para quienes habitualmente nos manifestamos en territorios donde prevalecen estructuras atómicas.
“Tal vez ayude a la comprensión del asunto apelar a las consideraciones de Jung, como todos saben un destacado científico europeo actual, quien refiriéndose a investigaciones sobre el territorio polinesio señala que «el mulungu (concepto primitivo de la energía) es espíritu, alma, ser diabólico, fuerza mágica, ascendiente». Escribiendo a continuación que «cuando ocurre algo asombroso, las gentes exclaman ¡mulungu!... Siempre según Jung, «en Heráclito aparece como energía cósmica, como fuego eternamente vivo. Entre los persas es el resplandor ígneo del «haoma», de la gracia divina. Entre los estoicos es la «heirmarmene», la fuerza del destino».
“Entre nosotros los santiagueños, podemos hallar, asimismo, a El Sacháyoj. A la Orco Mamman. A la Mayup Mamman. En fin. Estos son algunos de los innumerables Espíritus de la Tierra, señor Yussem. Espero que mi explicación haya sido clara...
-¡Sí, perfecto! ¡Gracias! -exclamó el periodista santiagueño, de origen ruso.
-En todos los ámbitos del universo existen normas sagradas. Que no deben ser desobedecidas por ninguna especie de todas las absolutamente innumerables que habitan la inmensidad cósmica:
1) Todo ser vivo tiene derecho a existir.
2) Ningún ser vivo puede eliminar otras formas de existencia que no hayan sido creadas por él.
3) Al ocurrir dicha transgresión, otras especies vivas pueden intervenir para enmendarla.
Entonces levantó la mano un joven sacerdote, que había permanecido hasta ese momento en silencio.
-Buenas tardes, señor Umbídez, comenzó: -Soy el presbítero Francisco Dubrovich. De la Iglesia Católica. Quiero hacerle dos preguntas...- Primera: ¿Creen los ulalos en Dios?... Y en caso de que la respuesta fuera positiva, ¿podría usted hacernos una descripción de cómo se representan a Dios los ulalos?
-Buenas tardes, padre, contestó Umbídez, de inmediato. -A la primera pregunta, responderé que sí. Los ulalos creemos en Dios.
“Respecto de nuestra percepción de Dios, posiblemente pueda parecer diferente, a la de los humanos... sin embargo, es en esencia la misma. No sólo a cómo se lo percibe en las iglesias cristianas, sino también en otras confesiones como el budismo, el judaísmo, o el islam.
“Creemos que Dios es indescriptible. No hay categorías físicas capaces de graficar de una manera inteligible a Dios. Ni siquiera apelando a conceptos abstractos, como lo hicieron numerosos filósofos y sabios: desde Lao Tse hasta Henri de Lubac, pasando por otros como Filón de Alejandría o Badi' al-Zaman, entre muchos otros.
“Dios es para nosotros un concepto plural, cuya percepción no puede comprenderse adecuadamente apelando a representaciones particulares. Dios es el Universo, y al mismo tiempo no lo es, dado que en el Universo, pese a su dimensión inaprehensible por la inteligencia de ningún ente racional conocido por nosotros, pese a su inalcanzabilidad por cualquier tipo de razonamiento científico, Dios está presente, en cada partícula infinitesimal de lo que nosotros llamamos Vida.
“Vida, es un nombre que podríamos tomar, como una puerta, para acercarse a una comprensión posible de Dios -dijo Umbídez-: Dios es, según este concepto, principio y finalidad de toda Vida. Y es, asimismo, razón eficaz e imprescindible de su existencia, bajo innumerables aspectos.”
-Señor Umbídez- expresó entonces otro alemán, Dieter Jünger: -se nos ha dicho que los ulalos poseen formas de comunicación a distancia. Así como la capacidad de trasladarse rápidamente a través de larguísimos trayectos, por medios desconocidos para los humanos. Quisiera que usted me aclare si esto es verdad. Y también, si es posible, nos explicara si usan para ello algún tipo de aparatos, con alguna referencia técnica que nosotros podamos comprender.
Umbídez se rio antes de contestar. Luego manifestó:
-Pide usted demasiado, señor Jünger... -tales cuestiones técnicas no están al alcance de ninguna ciencia objetiva... por la sencilla razón de que los ulalos no existimos en un entorno compuesto por elementos moleculares, en la densidad que presentan estos complejos particulares en ámbitos manipulables para la humanidad.
“Respecto de la capacidad de traslado a lo que usted llama largas distancias, sí, es frecuente, para nuestras formas de existencia, efectuarlo, en algunas circunstancias especiales. Así como también, las comunicaciones, cuya posibilidad le interesa. Es todo lo que puedo decirle ahora, sobre este tema...”
El diputado Rosendo Allub, le preguntó lo siguiente:
-¿Cuál es su opinión, señor Umbídez, sobre la actividad política de los humanos? ¿Debemos persistir en la actividad política, o cree que es un camino poco recomendable, a la luz de lo que ahora sucede en el mundo, que parece encaminarse hacia gobiernos corporativos y autoritarios?
-No sólo mi opinión, doctor Allub, es favorable hacia la actividad política. Sino la de todos los ulalos. Es más, creemos que es el único camino válido. Cualquier otra forma de organización, que prescinda de la consulta pública a toda la población para elegir los gobiernos, nos parece perjudicial y retrógrada.
“Estamos, en tal sentido, absolutamente a favor de la Democracia. Como una forma ideal de organización política, que garantice el progreso y la libertad de todos los habitantes de las comunidades humanas existentes.”
-¿Y qué opina del socialismo? -preguntó entonces el abogado e intelectual Horacio Germinal Rava.
-Creo que el socialismo es una etapa superior de la Democracia. -Contestó Umbídez.
-¿Y del comunismo? ¿De la Unión Soviética?- quiso saber Samuel Yussem.
-El comunismo sería una forma perfecta de convivencia pacífica, a la cual se llega a través de la Democracia, primero, y luego a través del Socialismo organizado. No se ha alcanzado, que yo sepa, el comunismo entre los humanos, aún. Salvo entre las primeras comunidades cristianas -contestó Umbídez.
Y luego de ello, se puso de pie, dando a entender que había finalizado la charla.
Comentarios
Publicar un comentario